lunes, 25 de noviembre de 2024
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El Cristiano es otro Cristo sufriente

Redacción (Jueves, 30-05-2019, Gaudium Press) La Pasión de Cristo se configura como el martirio por excelencia. Antes incluso de las más atroces persecuciones ocurridas durante el Imperio Romano, como la de Decio (249-251) o la de Diocleciano (285-305), los cristianos relacionaban sus sufrimientos y la paciencia en medio a las pruebas a los padecimientos del Mesías, identificándose con Él.

De resto, la tesis subyacente era: si «Jesús es el modelo; el cristiano se debe inspirar en su ejemplo».

Es en ese fondo de cuadro que San Ignacio de Antioquía, uno de los primeros escritores eclesiásticos, demanda a los romanos: «Dejad que sea imitador de la Pasión de mi Dios».

Los mártires eran perseguidos, en general, por el simple hecho de ser cristianos, además de frecuentemente acusados por crímenes no cometidos, como el de subversión, superstición, herejía o lesa-majestad. Uniéndose a los dolores del Salvador, anunciaban en la propia

carne a «Cristo crucificado» (cf. I Cor 1, 23).
Así, por analogía, si el leño de la Cruz rescataba al antiguo árbol del paraíso, los mártires tomaban sus semillas y la regaban con la

propia sangre, como alter Christus, conforme la célebre expresión «sangre de mártires, semilla de cristianos».

En general, las narraciones de los suplicios de los primeros cristianos buscaban evidenciar cuánto la vida y la muerte de los mártires se conformaban a los relatos bíblicos, configurándolos como alter Christus, con frecuentes paralelos con los hechos del Salvador.

También Eusebio de Cesarea realza la imitatio Christi en esos héroes de la fe: «Con efecto, nosotros lo adoramos [a Jesús], por ser Hijo de Dios. Cuanto a los mártires, nosotros los amamos con razón como discípulos e imitadores del Señor, por causa de su invencible amor al propio rey y maestro.

¡Podamos también nosotros obtener el privilegio de tornarnos sus compañeros y condiscípulos!» Igualmente, el martirio de Santiago, primo de Jesús, fue realizado en «imitación al [martirio] del Señor y en pro de la misma doctrina».

Es posible distinguir en estos y en otros relatos el distinto fondo de cuadro pedagógico. En realidad, la intención de los hagiógrafos era revelar, a través de ejemplos de santidad, como cada fiel era invitado a configurar su propia vida con la del Redentor.

No se trataba, con todo, de una mera simbología; los mártires eran elevados a la categoría de participantes de la propia función salvífica y divina del Redentor. Era como si Jesús se manifestase una vez más, ahora en la carne inmolada de esos eminentes discípulos. He aquí una de las razones porque se tenía gran aprecio por sus reliquias, vehículo eficaz de intercesión junto a Dios.

Se concluye, pues, que el mártir es alter Christus por imitación, porque Cristo es alter Martyr, por antonomasia.

Por el P. Felipe de Azevedo Ramos EP
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Bibliografía

Cf. Moss, Candida R. The other Christs: Imitating Jesus in Ancient Christian Ideologies of Martyrdom. New York; Oxford: OUP, 2012, p. 19.

Santo Inácio de Antioquia. Epístola aos Romanos, VI, 3.

Cf. Ste. Croix, G. E. M. de. Why Were the Early Christians Persecuted? Past & Present, n. 26, 1963, p.9.

Eusébio de Cesareia. História Eclesiástica, IV, cap. 15, 42 (trad. Paulus v. 15, 4. ed., 2017).

 

 

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