Washington (Miércoles, 24-07-2019, Gaudium Press) Amplio reportaje ofrece la edición de ayer del Washington Post al fuerte acoso que sufre la Iglesia en Nicaragua por parte del régimen.
La nota inicia con un hecho no tan conocido.
Padre Román |
Ya se supo a mediados de este año cuando al P. Edwin Román un oculto funcionario de la policía quiso «confesarse» con él, para implicarlo en un supuesto tráfico de armas.
Ahora el P. Román contó al Washington Post cuando una mujer de alrededor de 40 años, alta y con trajes bien presentados, a la manera de una trabajadora de una oficina, se presentó en la iglesia de San Miguel Arcángel en Masaya, en el banco donde él escuchaba confesiones.
La mujer se inclinó hacia el sacerdote y le susurró «¿Dónde puedo conseguir bombas?». Rápidamente el padre se dio cuenta lo que estaba pasando. «Puedo decir cuando las personas son infiltradas», afirmó el P. Román.
«Los partidarios de Ortega intentan infiltrarse en las parroquias», declara el diario americano. «Las fuerzas de seguridad rodean las iglesias durante la misa. Los sacerdotes sufren hostigamiento y amenazas de muerte. La policía rodea a la universidad jesuita cuando los estudiantes se atreven a ondear banderas nicaragüenses y cantar consignas antigubernamentales».
«Hay un ataque a la libertad religiosa como nunca hemos visto en Nicaragua», relata al Post Félix Maradiaga, un profesional en ciencia política formado en Harvard, quien dirige un centro de estudios que ha sido ilegalizado por el régimen.
El reportaje recorre en visión de conjunto los asesinatos de manifestantes, las acusaciones de Ortega el año pasado contra la Iglesia tildándola de golpista, las amenazas contra Mons. Silvio Baéz y su posterior salida hacia Roma, los sacerdotes que han tenido que huir del país, el terrible acoso y amenazas hacia Mons. Juan Abelardo Mata, obispo de Estelí.
Y concluye con las palabras de este último obispo: «La Iglesia no muere». «La Iglesia ha visto pasar los ataúdes de sus perseguidores».
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