Ciudad del Vaticano (Martes, 16-10-2019, Gaudium Press) En la mañana de ayer martes, el Papa volvió a celebrar Misa en la Capilla de la Casa Santa Marta, en el Vaticano.
Sugerido por el Evangelio del día, el tema de la homilía de Francisco fue la hipocresía:
Jesús fue invitado por un fariseo a cenar. Y el anfitrión lo criticó porque no había lavado las manos antes de estar a la mesa.
Comentado ese pasaje del Evangelio, el Papa dijo que «hay una actitud que el Señor no tolera: la hipocresía. Es lo que sucede hoy en el Evangelio. Invitan a Jesús a cenar, pero para juzgarlo, no para hacer amigos».
Continuando, Francisco afirmó que la hipocresía «es precisamente aparentar ser de una forma y ser de otra». Es pensar secretamente de manera diferente de lo que se aparenta ser. Y Jesús no soporta eso. Y por eso Él frecuentemente llama a los fariseos de hipócritas, sepulcros blanqueados.
La fuente de la hipocresía
Dijo el Papa que «la actitud hipócrita viene del gran mentiroso, el diablo». Él es el «gran hipócrita» y los hipócritas son sus «herederos»:
La hipocresía es el lenguaje del diablo, es el lenguaje del mal que entra en nuestro corazón y es sembrada por el diablo. No se puede vivir con personas hipócritas, pero ellas existen. A Jesús le gusta desenmascarar la hipocresía. Él sabe que será precisamente ese comportamiento hipócrita que lo llevará a la muerte, porque el hipócrita no piensa si usa medios lícitos o no, va adelante: ¿calumnia? «vamos calumniar»; ¿falso testimonio? «busquemos un falso testimonio».
Conmigo no es así…
El Papa continúa diciendo que alguien podría objetar «que con nosotros no existe hipocresía así». Pensar eso, es un error:
El lenguaje hipócrita, no diría que es normal, pero es común, es de todos los días. El aparentar de una manera y ser de otra.
En la lucha por el poder, por ejemplo, las envidias, los celos hacen a usted parecer una manera de ser y, por dentro, tiene el veneno para matar, porque la hipocresía siempre mata, siempre, más temprano o más tarde mata.
Remedio para curar ese mal
Es preciso curarse del mal de la hipocresía. ¿Pero cuál es el remedio», pregunta Francisco. La respuesta es decir «la verdad delante de Dios. Es acusarse a sí mismo:
Precisamos aprender a acusarnos: «Yo hice eso, yo pienso así, malvadamente… soy envidioso, me gustaría destruir aquel…», lo que existe dentro, nuestro, y decir eso delante de Dios. Este es un ejercicio espiritual que no es común, no es usual, pero busquemos hacerlo: acusarnos a nosotros mismos, vernos en el pecado, en las hipocresías, en la maldad que existe en nuestro corazón, porque el diablo siembra la maldad. Y decir al Señor: «¡Pero ved Señor, como soy!», y decir eso con humildad.
Aprendamos a acusarnos a nosotros mismos, repite el Papa, agregando: «tal vez algo muy fuerte, pero es así: un cristiano que no sabe acusarse a sí mismo no es un buen cristiano» y corre el riesgo de caer en la hipocresía.
Y recordó la oración de Pedro cuando dijo al Señor: aléjate de mí, porque soy un hombre pecador. (JSG)
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