Ciudad del Vaticano (Sábado, 30-11-2019, Gaudium Press) El más reciente pronunciamiento público del Papa emérito Benedicto XVI fue dado a conocer por la Santa Sede el pasado 29 de noviembre, y constituye un saludo del Papa emérito con motivo del 50 aniversario del establecimiento de la Comisión Teológica Internacional. El Pontífice resumió los principales hechos de la historia de la Comisión y recordó que la búsqueda de una unidad entre los teólogos ha sido una tarea muy difícil que aún está por ser conseguida, situación que representa para el Papa emérito «una ocasión continua de humildad» al identificar los límites propios de la labor humana.
Benedicto XVI, durante una reciente visita de religiosos alemanes. Foto: Propstei St. Michael Paring. |
Benedicto XVI comenzó su mensaje con su «cordial saludo y mi bendición» para la Comisión y el relato de su nacimiento en el pontificado de San Pablo VI como un aforma de dar continuidad a la labor del Concilio Vaticano II de una manera análoga al Sínodo de los Obispos, también constituido en ese pontificado. «Sin lugar a dudas, las expectativas vinculadas a la recién establecida Comisión Teológica Internacional, al principio, fueron mayores de lo que se podría haber logrado durante medio siglo de historia», comentó el Papa emérito. Inicialmente, la Comisión nombró a un grupo de Teólogos como apoyo consultivo para la primera sesión del Sínodo de los Obispos, lo que posibilitó que dicho Sínodo publicara de inmediato un documento sobre el Sacerdocio. «Desde entonces, esto nunca ha vuelto a suceder», recordó el Pontífice, debido a que se desarrolló en su lugar la práctica de la redacción de una Exhortación Post-sinodal por parte del Papa.
El Papa emérito recordó otros hitos de la labor de la Comisión Teológica, como el análisis del «problema del progreso humano y la salvación cristiana», un tema abordado mientras se vivía el desarrollo de la Teología de la liberación. Para Benedicto XVI, dicha escuela «en ese momento no representaba en absoluto un problema de tipo teórico sino que determinaba muy concretamente y amenazaba también la vida de la Iglesia en América del Sur». Los temas relacionados a la Teología Moral fueron abordados en varias oportunidades sin que se llegara a un consenso. Este tema en particular era de gran relevancia para el Papa San Juan Pablo II, quien decidió publicar su Encíclica Veritatis Splendor después del Catecismo de la Iglesia Católica para abordar cuestiones morales de gran urgencia para la Iglesia universal. «Creo que la Comisión Teológica debe continuar teniendo presente el problema y debe continuar fundamentalmente en el esfuerzo por buscar un consenso». El Papa también refirió cuestiones recientes estudiadas al interior de la Comisión como los aportes culturales a la Iglesia procedentes de fuera de la cultura occidental, tema que aún no se ha discutido.
«Al final, debemos expresar una palabra de gran agradecimiento, incluso con todas las deficiencias de la búsqueda y la pregunta humana», indicó Benedicto XVI. «La Comisión Teológica Internacional, a pesar de todos los esfuerzos, no pudo lograr una unidad moral de teología y teólogos en el mundo. Aquellos que esperaban esto tenían expectativas equivocadas sobre las posibilidades de tal trabajo.Y , sin embargo, la de la Comisión se ha convertido en cualquier caso en una voz escuchada, lo que de alguna manera indica la orientación básica que debe seguir un esfuerzo teológico serio en este momento histórico. A la acción de gracias por lo que se ha logrado en medio siglo se une la esperanza de un trabajo fructífero adicional, en el que la única fe también pueda conducir a una orientación común de pensamiento y de hablar sobre Dios y su Revelación».
«En cuanto a mí personalmente, el trabajo en la Comisión Teológica Internacional me ha dado la alegría de conocer otros idiomas y formas de pensamiento. Sin embargo, sobre todo, ha sido para mí una ocasión continua de humildad, que ve los límites de lo que es apropiado para nosotros y, por lo tanto, abre el camino a la mayor Verdad», concluyó el Papa emérito. «Sólo la humildad puede encontrar la Verdad, y la Verdad a su vez es la base del Amor, de la cual, en última instancia, todo depende».
Con información de Vatican News y Comisión Teológica Internacional.
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