Redacción (Jueves, 19-12-2019, Gaudium Press) De los ángeles se podría decir algo parecido a lo que el memorable Padre Antonio Royo Marín decía del Espíritu Santo: Son ellos grandes desconocidos en el pueblo cristiano.
Se sabe de su existencia, tal vez muchos rezan al ángel de la guarda, pero la devoción que se les tiene es mínima en comparación a su misión y a la ayuda que nos pueden prestar.
Seres magníficos, incorpóreos, unidos en que son puro espíritu, en que conforman ‘jerarquías angélicas’ y ‘coros’ y según la tradición del Pseudo-Dionisio (1), pero tan diferentes entre ellos que cada uno es una especie distinta del otro, cada uno tiene una diferencia específica diversa al otro, según afirma Santo Tomás (Cfr. S Th 1 q. 50 a.4). Un ángel es más diferente de otro de lo que sería un cisne de un león.
Esta diversidad de los ángeles -y aquí ya nos aventuramos en el terreno de la especulación hecha con fe- debería corresponder a puntos monárquicos en el Orden del Universo.
Miremos.
Vemos que nuestro universo material es diverso pero también ordenado armónicamente, formando un unum. Existen los diversos reinos, el mineral, el vegetal, y el animal. Y dentro de cada uno de ellos, hay también diversidades, jerarquías armónicas, que conforman unidades con puntos monárquicos. Siendo el Universo material un reflejo de Dios, vemos en el universo entonces que Dios es diversidad, orden, armonía y unidad. Y por ello, el conjunto de los ángeles, pues, no puede dejar de ser diversísimo, armónico, ordenado y uno, también a reflejo de Dios. De hecho, según la tradición cristiana, basada en la Escritura, los ángeles conforman 9 coros, desde los meros ángeles hasta los serafines, 7 espíritus supremos que están siempre en la presencia de Dios.
Existe pues un universo material armónico y ordenado, y un universo angélico armónico y ordenado: ¿formando mundos aparte uno del otro? Evidentemente no, y eso ya lo comprobamos por las intervenciones de los ángeles junto a los hombres, registradas en la Escritura y selladas por la doctrina católica sobre el ángel de la guarda.
Pero ¿no sería bonito, y al mismo tiempo ‘arquitectónico’, armónico, pensar en que el mundo angélico se superpone al mundo material, en el sentido de que el mundo angélico es símbolo de lo que sería el mundo material perfectísimo? De tal manera que al ‘Diamante-Absoluto’ (cfr. Notas sobre el Camino al Absoluto según Plinio Corrêa de Oliveira 1 y 2) correspondería un ‘Ángel-Diamante-Absoluto’, que al ‘Cisne-Absoluto’ correspondiese un ‘Ángel-Cisne-Absoluto’, que al ‘Guerrero-Absoluto’ correspondiese San Miguel-Guerrero-Absoluto, es decir, que lo que simboliza de Dios un cisne en el orden material, sea simbolizado perfectísimamente por Ángel-Cisne en el orden espiritual. Y que esto ocurra especialmente con los hombres: cada hombre es una creatura de Dios llamada a simbolizar en santidad una perfección divina; sería arquitectónico que el punto monárquico de este hombre en el Orden de la Creación correspondiese un ángel, que refleja perfectísimamente esa perfección divina. Incluso, puede ser que el ángel de la guarda de cada hombre, tenga una misión de simbolismo análoga a la de su protegido, y que esto sea causa de unión y afecto entre ángel y custodiado.
No sería una correspondencia cuadriculada, mecánica, pero sí ordenada, de tal manera que todo en el Orden del Universo encontraría su símbolo perfectísimo y su punto monárquico en un luminoso espíritu angélico. Punto monárquico hacia el cual el universo material debería tender, es decir, los ángeles serían el símbolo del universo material en su perfección, el mundo material perfecto sería una cercanía absoluta con el mundo angélico.
Se podría pensar incluso en una invocación a los ángeles, pidiendo que ellos eleven el universo, y particularmente el universo humano hacia los puntos monárquicos que son ellos. Por la gracia de Dios.
Por Saúl Castiblanco
Psic., Lic. Teol., Lic. Fil., Lic. Hum., Mg. Bioét.
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(1) Santiago Cantera Montenegro, OSB. Las jerarquías y los coros angélicos. In: https://www.elpandelospobres.com/las-jerarquias-y-los-coros-angelicos
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