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Arzobispo de Toledo dedica sus últimas cartas semanales a refutar los argumentos a favor de la eutanasia

Toledo (Viernes, 07-02-2020, Gaudium Press) Mons. Braulio Rodríguez Plaza, Arzobispo de Toledo, España, ha dedicado la última serie de sus escritos dominicales a promover un debate sobre la eutanasia en el cual refuta los argumentos frecuentemente citados en favor de esta práctica. La serie la ha titulado «un debate poco debatido» e inició el 26 de enero, con tres textos publicados hasta el momento. «Quiero debatir y así ayudar a los fieles católicos de Toledo, de los que todavía tengo la obligación de servir hasta el 29 de febrero de 2020, cuando tome posesión el nuevo Arzobispo de Toledo. Monseñor Francisco Cerro Chaves».

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Mons. Braulio Rodríguez Plaza, Arzobispo de Toledo, España. Foto: La Voz de los Obispos.

«Quiero decir ante todo que quien sufre y se encuentra ante el final de esta vida necesita ser acompañado, protegido y ayudado a responder sobre el sentido de su existencia, y abordar la esperanza de su situación. Pero necesita sobre todo recibir los cuidados necesarios con competencia técnica y calidad humana, ser acompañado por su familia y seres queridos y recibir consuelo y ayuda de Dios», expuso el prelado en su primer escrito. «Y ese es el debate, no el tema del suicidio asistido y de la eutanasia, considerado por tantos grupos políticos únicamente como si se tratara de un tema de ‘derechos humanos¿’ que una mente progresista no debe obviar. No es verdad».

También rechazó que se empleen «casos límites» que buscan impactar la sensibilidad y un lenguaje de eufemismos para disimular la naturaleza de los actos. «Seguro que se evitarán expresiones como «provocar la muerte del enfermo» o «quitarle la vida». Y se ensalzarán otras como «muerte digna», «autonomía» o «liberación». Está claro también que a los defensores de la vida y de aplicar los cuidados paliativos, se le tachará de retrógrados, intransigentes, contrarios a la libertad individual y el progreso», advirtió el Arzobispo. «Todo para evitar el verdadero debate. También aparecerá que la eutanasia es una cuestión religiosa, que nada tienen que ver con lo público y los que no aceptan el hecho religioso; por tanto, la Iglesia -o cualquier confesión religiosa- no puede, ni debe, imponer su opinión». Por este motivo pidió a los fieles «perspicacia y mucha oración» al tratar el tema.

El Arzobispo analizó argumentos como el sufrimiento del enfermo grave, la pretendida compasión ante el dolor de los promotores de la eutanasia, el ahorro de recursos, la llamada «muerte digna» y la exaltación de la autonomía de la persona como justificante de la eutanasia. El prelado recordó la alternativa poco promovida de los cuidado paliativos como verdadera ayuda ante el sufrimiento, el valor de la vida humana que nunca es una carga para los demás. «Lo más humano no es provocar la muerte, sino acoger al enfermo, sostenerlo en momento de dificultad, rodearlo de afecto y atención y poner todo los medios necesarios para aliviar el sufrimiento y suprimir el dolor, no al paciente», indicó Mons. Rodríguez.

El prelado denunció la pérdida de la noción del valor de la vida en sí misma y la noción de una «calidad de vida» que paradójicamente valdría más que la vida misma y que no responde cuestiones de fondo. «¿Con qué baremo se mide la calidad de vida para llegar a afirmar que ya carece de valor o que no merece la pena ser vivida?», cuestionó el Arzobispo. La cuestión de la autonomía como fundamento de la dignidad «constituye una visión reductiva que deja al margen otras dimensiones fundamentales», alertó Mons. Rodríguez. Muchas personas no son en efecto plenamente autónomas, como los niños, los enfermos que dependen de otros, los discapacitados. » ¿Es que éstas, personas solo tienen la dignidad que otros les otorgan? ¿No la tienen como tales? Si la autonomía fuera el fundamento último de la dignidad de la persona, muchas carecerían de dignidad».

Finalmente, rechazó que el tema de la eutanasia vuelva al debate público en ausencia de debate real, con el impulso de ser considerada «progresista» o un supuesto derecho humano. «La eutanasia es ante todo un pecado grave y dañino. Signo de civilización es justamente lo contrario», indicó Mons. Rodríguez. «Hay que cuidar al que sufre. Por ello mismo es contradictorio defender la eutanasia en una época como la nuestra, en la que la medicina ofrece alternativas, si se utilizan los cuidados paliativos, como nunca hasta ahora». El prelado hizo un llamado a rechazar las razones ideológicas en favor de la eutanasia y realizar un auténtico análisis de la materia. «Hay, pues, que debatir mucho en este campo y no basarse solo en mayorías parlamentarias, sin buscar otras soluciones, que en este tema existen», concluyó.

Con información de Arquidiócesis de Toledo.

 

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