Menú 
Washington (Sábado, 29-02-2020, Gaudium Press) Carl E. Olson, Editor de Catholic World Report e Ignatius Insight, dedicó un artículo de opinión a reflexionar sobre la importancia de la Cruz en la espiritualidad católica con motivo del primer domingo de Cuaresma. El autor recordó que Cristo mismo padeció pruebas y se sometió, a pesar del dolor, a la obediencia del Padre celestial.
 |
| A través de la Cruz, Cristo se ofreció en sacrificio de obediencia para reparar la desobediencia de Adán. Foto: Aaron Burden. |
«‘El que no busca la cruz de Cristo’, escribió San Juan de la Cruz, ‘no busca la gloria de Cristo’. Dicho de otra manera, un cristianismo sin cruz es una mentira del demonio», afirmó Olson. «La Cuaresma, que nos lleva a la Semana Santa y la crucifixión, es un recordatorio desafiante de esta verdad difícil pero finalmente gloriosa».
En el inicio de la historia de la salvación, el primer hombre tuvo contacto directo con Dios, pero sucumbió a la tentación y rechazó el amor y la obediencia a Dios. «Buscando su propia gloria, fue desterrado al polvo y la sequedad del mundo, separado de la amistad con Dios», recordó el autor. «El pecado y la muerte siempre han estado con nosotros desde entonces; La tentación de buscar nuestra voluntad está constantemente con nosotros».
En contraste con Adán, Cristo nace por voluntad propia en medio del mundo caído y alejado de Dios. Tras revelar su divinidad en el Bautismo en el Jordán, fue llevado al desierto y padeció, como el primer hombre, la tentación. «Jesús, siendo completamente hombre, realmente fue tentado», agregó. «Jesús fue al desierto para luchar, para luchar y renunciar al diablo y las glorias pasajeras de este mundo. Sabía que la verdadera gloria no se encuentra en el poder, sino en la filiación obediente y fiel».
Analizando las tentaciones expuestas en el Evangelio, Olson resumió la prueba con la frase del profesor Craig S. Keener: «El diablo le ofreció a Jesús el reino sin la cruz, una tentación que nunca ha perdido su atractivo». Pero Cristo rechazó la tentación de la magia, la falsa profecía o el dominio político. «Él es el Hijo de Dios que vino a hacer la voluntad del Padre . El nuevo Adán, en el jardín de Getsemaní, oró para que se cumpliera la voluntad del Padre», concluyó Olson. «Probado tanto en el desierto como en el jardín, fue glorificado por y a través de la Cruz, el instrumento de la muerte que es, escribió el Papa San León I, ‘el verdadero sustento y causa principal de la esperanza cristiana'».
Con información de Catholic World Report.
Deje su Comentario