sábado, 18 de mayo de 2024
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"Sin incluir al Papa como mediador, no se llegaba a un acuerdo", expresó monseñor Faustino Sainz en Chile

Santiago (Viernes, 20-11-2009, Gaudium Press) El jueves 19 el diario de circulación nacional El Mercurio, publicó una entrevista a monseñor Faustino Sainz, actual nuncio del Vaticano en Gran Bretaña y uno de los integrantes del equipo diplomático de la Santa Sede en el diferendo austral entre Chile y Argentina en 1978.

En la nota, monseñor Sainz recuerda claramente la jornada del 24 de diciembre de 1978 en Roma, cuando en medio de los preparativos para sus vacaciones, se le acercó el padre Agostino Casaroli, su jefe en ese entonces, y le encomendó la misión diplomática más importante de su vida: la de participar en la comitiva vaticana dirigida a mediar y a buscar un acuerdo entre Chile y Argentina, naciones que se encontraban al borde de una guerra.

«Monseñor Casaroli tapó el auricular del teléfono, y me dijo: `Estoy hablando con el cardenal Samoré, quien me dice que acepta, pero quiere llevar a alguien del servicio diplomático de la Santa Sede de lengua española. ¿Usted está dispuesto a ir?´ «, cuenta.

Según relata monseñor Sainz la orden del Vaticano era inmediata: «El cardenal Samoré le pidió a monseñor Casaroli que preguntará cuando teníamos que salir, cuándo hay que viajar y a qué país había que ir. Y la respuesta fue: `El primer avión que salga para Santiago o Buenos Aires, ese es el que hay que tomar´ «.

De ese modo, el sacerdote español salió de Roma junto al cardenal Samoré y el padre jesuita Fiorello Cavalli, miembro de la secretaría de Estado del Vaticano, quién aprovechó el largo viaje para explicar en detalle el conflicto al cardenal.»Yo sabía que existía un problema entre Argentina y Chile, pero no tenía idea sobre el tema», reconoce monseñor Sainz.

El día 26, el equipo diplomático comenzó las reuniones con las máximas autoridades argentinas y dos días después viajaron a Chile para realizar la misma labor. El actual nuncio en Gran Bretaña recuerda que si bien en esos días el escenario era tenso y complejo, «empezamos a vislumbrar que se podía arreglar el tema, porque percibimos que las dos partes estaban asustadas de lo que era la guerra».

Monseñor Sainz cuenta que mientras se trabajaba en los borradores de acuerdo entre las autoridades chilenas y argentinas, fue que se gestó la intervención de Juan Pablo II como el mediador del diferendo, algo que claramente no estaba contemplado por el equipo diplomático. «No vinimos aquí para llevarnos el pedido de que el Papa fuera el mediador. Pero los dos países insistían en que fuera la Santa Sede, no otro. Sin incluir al Papa como mediador, no se llegaba a un acuerdo».

La comitiva mediadora no estuvo tranquila y libre de incertidumbres hasta que ambas naciones firmaron el acta de Montevideo el 8 de enero de 1979. El proceso de seis años culminó con el Tratado de Paz y Amistad firmado en Roma el 29 de noviembre de 1984 por ambos países, y el posterior canje, el 2 de mayo de 1985, de los documentos de ratificación del acuerdo. Con humor, monseñor Sainz recuerda que ese día la pluma dispuesta para que Juan Pablo II firmara no funcionó, y él le prestó la suya, pluma que atesora hasta hoy.

 

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