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Santa Rosa de Osos (Martes, 22-12-2009, Gaudium Press) Con una ceremonia religiosa presidida por el obispo de la Diócesis de Santa Rosa de Osos, Colombia, monseñor Jairo Jaramillo Monsalve, se llevaron a cabo ayer las exequias del padre Emiro Jaramillo Cárdenas, sacerdote asesinado el pasado domingo en la población colombiana. Tras un recorrido fúnebre -que se realizó desde la Capilla El Señor de la Humildad en Santa Rosa de Osos, donde fue Rector en los últimos años-, tuvo lugar la solemne Eucaristía en la catedral de la ciudad.
«La Diócesis de Santa Rosa de Osos (…) lamenta profundamente la muerte inesperada y violenta del P. Emiro Jaramillo Cárdenas, sucedida hoy, 20 de diciembre. El P. Emiro (…) fue hallado en su apartamento hacia las 10:30 a.m. y presentaba múltiples heridas por arma blanca. La Diócesis se une a su familia, rechazando este acto de barbarie y orando por su descanso eterno», dijo Mons. Jaramillo Monsalve en un comunicado publicado por Diócesis de Santa Rosa de Osos el día del fallecimiento del sacerdote.
El Padre Emiro, quien nació en Angostura -pueblo colombiano- el 20 de agosto de 1936 y fue ordenado presbítero el 13 de noviembre de 1966 por Monseñor Miguel Ángel Builes -en su momento obispo de la Diócesis de Santa Rosa de Osos-, era sacerdote emérito y se desempeñaba como Director del Archivo Diocesano, además de su labor en la Capilla de El Señor de la Humildad.
El sacerdote era un hombre apasionado por la historia del arte y fue reconocido por sus grandes cualidades literarias; fue él quien escribió «El libro del admirable Padre Marianito, Cura de Angostura», biografía del Beato Mariano de Jesús Eusse Hoyos, sacerdote colombiano conocido como el Padre Marianito. El libro fue editado para la víspera de la solemnidad de San José en el año 2000.
Este asesinato se une al de otros 68 sacerdotes más, que han ocurrido en los últimos 25 años. La Iglesia católica de Colombia -a través de la Conferencia Episcopal- señaló recientemente que varios sacerdotes y obispos del país se han tenido que ver obligados a predicar con escoltas debido a las constantes amenazas contra sus vidas.
Gaudium Press / Sonia Trujillo
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