Río de Janeiro (Jueves, 31-12-2009, Gaudium Press) El arzobispo de Río, monseñor Orani João Tempesta, celebrará hoy en la tarde, una misa solemne en la Catedral de San Sebastián. Después de terminada la ceremonia, el prelado irá al Santuario del Cristo Redentor, donde bendecirá la ciudad en el cambio de año.
Y las bendiciones por el 2010 en Río continúan. En el primer día del año, durante el período de la mañana, tendrá lugar la solemnidad de Santa María Madre de Dios y Día Mundial de la Paz, también en la Catedral.
En su último artículo, «Vida Nueva», Monseñor Orani pondera sobre la reflexión propiciada por la llegada de un nuevo año. En el texto, afirma que «en los últimos días del año civil, intercambiamos saludos y deseos de feliz año nuevo. Siempre es un momento de mirar el camino recorrido y descubrir que mucho más y mejor podríamos haber hecho». Con todo, para él, «es mucho más el mirar el horizonte vasto que se abre delante de nosotros que nos motiva y desafía».
«Como me gustaría que esa motivación y ese desafío no fuesen apenas por algunos días y, después, todo retornase a los mismos comodismos de siempre», continúa el arzobispo. «Nuestras mejores intenciones luego mueren en lo cotidiano de la vida y se pierden con las dificultades y oportunidades que aparecen a cada momento de nuestra existencia».
De acuerdo con el prelado, algunas personas creen en magias y supersticiones, y piensan que algunos tipos de actividades o de colores harán la diferencia para que todo sea mejor en el año que iniciará. Después «de a poco, perciben que eso es muy poco para cambiar la realidad y vivir mejor el llamado a una vocación de señal de tiempos nuevos para las personas hoy», dice.
Monseñor Orani concluye el texto, diciendo: «Acojamos con alegría el inicio de un nuevo tiempo y pidamos a Dios que nos ilumine para que realmente sea un tiempo de fraternidad y de paz. Y que aquello que dependa de nosotros sea una respuesta afirmativa al Dios de la Vida que nos conduce, y que presente en medio de nosotros, en Jesucristo, nuestro Señor, nos conduce hacia la reconstrucción del hombre y el mundo».
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