lunes, 20 de mayo de 2024
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"Dios, que entregándose a nosotros en la cruz dice: oye, yo sé como curarte el corazón", Cardenal Juan Luis Cipriani

Lima (Viernes, 12-02-2010, Gaudium Press) El Cardenal Juan Luis Cipriani, primado del Perú, en su programa radial «Diálogo de fe», transmitido el pasado 6 de febrero, reflexionó en torno a la justicia, sus implicaciones y la importancia del amor en la vida del ser humano.

«Este tema realmente tiene muchas consecuencias prácticas en la vida de cada uno y en la vida del país (…) primero que todo la justicia como se ha definido en los primeros siglos de la civilización, es dar a cada uno lo suyo, es una definición de Ulpiano, un jurista romano del siglo III. ¿Cuál es el problema de dar a cada uno lo suyo?: el definir qué cosa es lo suyo. Si uno solamente habla de la parte material: la salud, la comida, el estudio, las medicina, es decir la justicia que distribuye, se queda sin darle al hombre lo suyo, porque lo más grande que tiene todo ser humano es la capacidad de amar y de ser amado», expresó el Cardenal.

Una capacidad que se nos es dada por Jesús, quien en la cruz se convierte en la expresión máxima del amor, un amor que sin intereses, sin limitaciones ni opresiones, por el contrario un amor que lo da todo, felicidad, paz, esperanza y justicia.

«Ahí se define la dignidad de la persona. Pero si no hay amor en una familia, no hay familia, si no hay amor en una sociedad, no hay sociedad. Por lo tanto si solamente se quiere hablar de una justicia que distribuye el dinero aquí y allá, nos quedaríamos con una mutilación, cortamos al hombre (…). Hay mucho pensamiento moderno en que se dice «la injusticia siempre viene del otro, vienen de afuera», yo nunca reconozco en mi propia vida que soy injusto», agregó.

En este sentido, el ser humano debe reconocer sus propias debilidades, su orgullo, su egoísmo, su enojo, en busca siempre del arrepentimiento y construcción de una mejor vida.

«El hombre y la mujer es frágil por dentro, es decir, tienen una especie de convivencia, como que vive en compañía del egoísmo, en compañía de buscar lo mejor para él. Somos así, todos. Entonces esta convivencia con esa fragilidad humana exige buscar la ayuda de ese Dios, que entregándose a nosotros en la cruz dice: oye, yo sé como curarte el corazón, y ese corazón cuando este curado va dar leyes justas, va a aceptar propuestas justas, va a exigir la verdad siempre, porque está sano», explicó el Cardenal.

«Todo esto está dentro de nuestros corazones, el que sabe y se siente pecador tiene esa gran llamada de ¡conviértete, cambia, reza, pide perdón, acércate a la confesión! (…). Si uno de verdad se arrepiente, si uno de verdad se acerca a la confesión y a la eucaristía, nota una fuerza interior que te impulsa a buscar la verdad y la justicia (…). El corazón sano, si tu corazón esta lleno de porquería es imposible que de ese corazón salgan pensamientos buenos, decisiones buenas, si el corazón busca de verdad el bien de los demás, no te preocupes, tardarás pero lograras hacer el bien, y para eso levanta tu mirada a Dios, levanta tu mirada a esa virgen de la candelaria» concluyó el Cardenal Juan Luis Cipriani.

Gaudium Press / Nathali J. Rátiva M.

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