domingo, 19 de mayo de 2024
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"La Iglesia cree firmemente que la vida humana, aunque débil y enferma, es siempre un don espléndido del Dios de la bondad", afirmó el Cardenal Rivera

Ciudad de México (Lunes, 15-02-2010, Gaudium Press) El cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo primado de México, comentó el domingo 14 pasado el trecho del Evangelio de San Lucas que narra las bienaventuranzas pronunciadas por Jesucristo.

En la ocasión, el purpurado afirmó que una lectura atenta de ese evangelio evidencia que Jesucristo no elogia el hambre, el dolor físico y el sufrimientos moral injusto en sí mismo: «Si escuchamos cuidadosamente a San Lucas descubrimos que sus afirmaciones están muy lejos de ser una alabanza divina de la pobreza, del hambre, del dolor físico y del sufrimiento moral, involuntarios e injustos», afirmó.

«Esto sonaría a sarcasmo en labios de Jesús, quien, en ningún momento canoniza la miseria ni el ayuno forzoso, ni los males físicos y morales. Al llamar dichosos a los pobres, hambrientos y sufrientes, quiere decir que Dios toma partido por ellos, precisamente para que salgan de esa situación. Es evidente que ordinariamente no los libra de ese estado por un prodigio o como por arte de magia, sino que propone un proyecto de sociedad, anuncia un Reino, que necesita ser construido por todos, en donde reine la solidaridad que reparta y comparta equitativamente los bienes y los males», expresó el Cardenal Rivera.

Entretanto, realidades como la pobreza de espíritu y la aceptación del dolor físico y espiritual cuando inevitable, toman el cariz de un camino hacia la bienaventuranza: «Según la presentación de San Mateo [el otro evangelista que junto a San Lucas se refiere a las bienaventuranzas], seremos bienaventurados, y haremos dichosos y felices a los demás, si somos pobres de espíritu, vacíos de nosotros mismos y abiertos a Dios y al prójimo. Si somos sufridos, aceptando el dolor en el cuerpo y en el alma, una vez puestos los medios humanos para neutralizarlo. Si somos hambrientos y sedientos de justicia: buscadores de una santidad que incluye el ser justos. Si somos misericordiosos: compasivos y comprensivos ante las miserias humanas. Si somos limpios de corazón: sinceros, veraces y puros de conciencia. Si somos constructores de la paz, pacificadores que buscan el diálogo y el mutuo entendimiento y trabajamos por suprimir las causas de la violencia. Si trabajamos por causas nobles humanas y divinas, aunque por ello seamos perseguidos, calumniados e insultados, como hicieron con Jesús», afirmó el purpurado,

Tras saludar, en la «Jornada Mundial del Enfermo» a «todos mis hermanos que están postrados por causa de alguna enfermedad» y también a «todos aquellos que familiarmente o profesionalmente atienden a nuestros hermanos enfermos», el Arzobispo de México mostro como la Iglesia es siempre defensora de la vida humana, se opone a la mentalidad contraria a la vida y capacita al hombre para acoger, aún en circunstancias difíciles el don de la vida.

«La Iglesia cree firmemente que la vida humana, aunque débil y enferma, es siempre un don espléndido del Dios de la bondad. Contra el pesimismo y el egoísmo, que ofuscan el mundo, la Iglesia está a favor de la vida: y en cada vida humana sabe descubrir el esplendor de aquel ‘sí’, de aquel ‘Amén’, que es Cristo mismo. Al ‘no’ que invade y aflige al mundo, contrapone este ‘Sí’ viviente, defendiendo de este modo al hombre y al mundo de cuantos acechan y rebajan la vida», concluyó.

Con información del SIAME

 

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