miércoles, 24 de abril de 2024
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Isaac Newton, ¿alquimista?

Bogotá (Miércoles, 24-0o3-2010, Gaudium Press) (1.642-1.727) El científico-filósofo de la modernidad cuadriculada que hoy día fenece devorada (al menos en su país) por una post-modernidad punk, vivió casi -o algo más- de 85 años.

Era típicamente inglés, piel muy blanca y algo enrojecida, ojos azules, algo más de 1.78 de estatura, manos elegantes de dedos largos y porte distinguido. Vestía muy elegantemente. Huérfano de padre a los tres años, vivió su primera infancia y juventud con la abuela materna ya que su madre se casó nuevamente y lo alejó de sí.

Hijo de acomodados granjeros, un tío suyo que era predicador protestante fue quien lo ayudó a ingresar en los altos estudios superiores. Su vida intelectual e investigativa giro en torno a la Universidad de Cambridge. Perteneció a varios clubes y asociaciones de investigación y sentido filantrópico de comprobada influencia racionalista donde se rechazaba la Revelación cristiana.

Los ingleses no se han distinguido en la historia por sus comidas y platos suculentos, y Newton no era la excepción, pues parece que era de muy mal gusto para comer. Al final de sus años se dormía profundamente en las reuniones académicas a las que, entretanto, nunca dejó de asistir cumplidamente. Se recuerda el hecho de que en una de ellas, en presencia de varias importantes personalidades de la Corona Inglesa, se irguió repentinamente señalando aterrado hacia una ventana, todos callaron a la espera de que dijera algo brillante pero volvió a sentarse. Parece que tuvo una pesadilla. Aunque era muy flemático y distante en el trato a los demás, se le temía por ser sarcástico.

Newtonn formuló al mismo tiempo que Leibnitz el cálculo diferencial e integral que llamó cálculo de fluxiones. Estableció asimismo las tres leyes fundamentales de la dinámica, y expuso científicamente que el movimiento de los planetas se explica aceptando la atracción que los astros ejercen entre ellos, exponiendo así la ley de la gravitación universal. Demostró que las mareas se deben a la atracción que ejerce la luna sobre la tierra, calculó con gran exactitud la masa del sol y los planetas, etc. Todos esos hallazgos lo hicieron célebre. La óptica fue otra de sus grandes pasiones.

Mucho menos conocida es la faceta religiosa de su personalidad, que contiene no pocas peculiaridades. Manifestó una fuerte aversión contra la Iglesia Católica. Especialmente lo molestaba el misterio de la Santísima Trinidad, que negó enfáticamente. De formación religiosa puritana, se declaró años más tarde Arriano (negación de la divinidad de Jesucristo), de forma anacrónica aunque ya esta secta había prácticamente desaparecido de toda Europa.

Hay algo que desconcierta a sus biógrafos. Al lado de sus innegables descubrimientos científicos y matemáticos de gran trascendencia e importancia, cultivó un extraño gusto por investigaciones alquimistas y esotéricas en busca de la piedra filosofal. Sí: A aquel que rechazaba por irracional el dogma trinitario, lo inquietaba la transmutación de los elementos y la búsqueda del elixir de la vida (o bebida que garantiza la inmortalidad), según se deduce de su abundante correspondencia.

Murió rico, famoso y próspero, de un mal en los riñones.

Por Carlos Sánchez

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