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"No podemos descristianizar la fe sin destruirla", afirma arzobispo de Porto Alegre, Brasil

Porto Alegre (Lunes, 03-05-2010, Gaudium Press) El Arzobispo metropolitano de Porto Alegre, Mons. Dadeus Grings, aborda en su artículo semanal titulado «La identidad católica», dos aspectos: la identidad humana, en la certeza de que nada de humano nos es ajeno; y la identidad cristiana, en la consciencia de que, a través del Bautismo en Cristo, vivimos de su vida y participamos de su plenitud de gracia y verdad.

El prelado resalta que los fieles acostumbran a proceder pedagógicamente de dos maneras: primero, constatar los problemas y, después, a la luz de la fe, encontrar soluciones. Según él, este es el método inductivo, pero existe también el método deductivo, que es lo inverso, partiendo de los grandes principios para trazar, después, las líneas de acción.

«Es obvio que, para ver los problemas, es preciso tener un criterio unificador. Se llama perspectiva. Escogemos un punto de vista, que nos permite ver lo que queremos, bajo aquel aspecto que, de antemano, determinamos. No existe ver sin luz. Por eso, antes de intentar ver es necesario encender una lámpara. Para nosotros esa lámpara es la fe y la razón», afirma.

Puestos en esta perspectiva, resalta el Arzobispo, la primera cosa que vemos es nuestra vida: una vida consciente, una vida capaz de preguntar sobre su sentido, su origen y destino. «Y a partir de ahí, la primera pregunta que surge es: ¿Quién soy yo? ¿Qué pienso de mí mismo? ¿Qué piensan los otros de mí? Y como cristiano profundizo aún más la cuestión: ¿Qué piensa Dios de mí? Lo que equivale a preguntar sobre lo que Dios reveló a mi respecto, respecto de la condición humana», cuestiona el obispo.

Para Mons. Dadeus es así cuando comenzamos a interrogarnos sobre nuestra identidad. Y, luego, agregamos dos características: identidad humana e identidad cristiana. De acuerdo con el Arzobispo, es así cuando llegamos a la pregunta: ¿Qué es ser, ser humano y qué es ser cristiano? «Quedamos, ciertamente, perplejos cuando avanzamos en la propuesta de humanizar y cristianizar. Para entender mejor este desafío, invertimos la cuestión para saber lo que es ser inhumano y lo que es ser cristiano», dice.

«Se habla hoy de un déficit de fe, que es resultado del abandono de las creencias: abandono de la fe católica, abandono de la fe en Jesucristo, abandono de la concepción antropológica. No puedo descatolizar mi fe bajo pena de perderla. Ni puedo descristianizarla sin destruirla, del mismo modo que no puedo deshumanizarme sin perder mi identidad».

Por último, Mons. Dadeus analiza que por vivir en el tiempo, nuestras concepciones y nuestras perspectivas se revisten de la cultura contemporánea. Y con esto, corremos el riesgo de infidelidad histórica, perdiendo las raíces. «Se llama ser anacrónico. Un cristianismo sin tradición», concluye.

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