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Concluye Asamblea Plenaria del Episcopado en Colombia

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Foto: Conferencia Episcopal Colombiana

Bogotá (Viernes, 09-07-2010, Gaudium Press) Ayer, en rueda de prensa -que tuvo lugar en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), en Bogotá-, fueron presentadas las conclusiones de la Octogésima Novena Asamblea Plenaria del Episcopado colombiano, que ocurrió durante esta semana y giró en torno al tema: «La labor evangelizadora de la Iglesia para la construcción de la sociedad en el contexto de los doscientos años de la Independencia», con ocasión de la conmemoración del Bicentenario de Independencia que celebra el país en este mes de julio.

En ella, los prelados dieron a conocer «las reflexiones que hemos hecho, teniendo en mente que la Iglesia católica es fundante de la nacionalidad colombiana (…), y cómo la patria, Colombia, nació en el corazón de la Iglesia», tal como comentó Mons. Héctor Gutiérrez Pabón, Obispo de Engativá y moderador de la rueda de prensa.

En el diálogo con los medios de comunicación, estuvieron presentes Mons. Rubén Salazar Gómez, Presidente de la CEC y nuevo Arzobispo de Bogotá, Mons. Francisco Nieto Súa, Obispo Auxiliar de Bogotá, Mons. Daniel Falla, Obispo Auxiliar de Cali, Mons. Fabio Suescún Mutis, Obispo Castrense de Colombia y Mons. Roberto Ospina, también Obispo Auxiliar de Bogotá.

«La Asamblea se ha mantenido en un campo de reflexión muy profunda, muy honda a nivel pastoral, es decir, en el nivel de cómo hoy tenemos que presentar el Evangelio, cómo hoy tenemos que ser luz del mundo, cómo hoy tenemos que ser sal de la tierra y, por lo tanto, como hoy nuestra tarea, también, tiene que ser la de una Iglesia fundante de nuestra nacionalidad colombiana», expresó a los medios Mons. Salazar, quien continuó señalando: «la inmensa mayoría de los colombianos somos católicos, la inmensa mayoría de los colombianos escuchamos el Evangelio, tratamos de vivir el Evangelio. Por lo tanto, queremos tener claridad sobre lo que tiene que ser esa vivencia del Evangelio hoy en el año 2010, 200 años después de que se empezara ese proceso de independencia».

La Iglesia que Dios quiere luego de 200 años de Independencia

Por su parte, Mons. Suescún Mutis -quien hizo una reflexión sobre la libertad-, explicó que durante el encuentro los obispos tocaron aspectos «del país que soñamos en lo económico, en lo cultural en lo político (…), y sobre cuál es la Iglesia que Dios quiere en este nueva época (…), en estos 200 años del grito de independencia».

También, dijo que la Iglesia «quiere hoy presentarse a la humanidad como una Iglesia cercana a los problemas de los hombres y de las mujeres de hoy, una Iglesia que no se queda encerrada en los templos, sino una Iglesia que va misionera a buscar a los alejados, a los pecadores, a los indiferentes, a los resentidos».

Continuó diciendo que lo que se busca es una Iglesia humilde y sencilla «que reconozca que tiene el poder de Dios, pero que tiene también la debilidad y la flaqueza humana. Una Iglesia con misericordia a imitación del Dios de la misericordia, un Dios cercano a nuestros dolores, a nuestra pobreza (…). Una Iglesia iluminante de la realidad del mundo; que ilumine la economía, que ilumine lo cultural, que ilumine ese mundo -complejo, pero importante- del gobierno de los pueblos».

La Iglesia como sustento de la esperanza

De otro lado, Mons. Falla, recientemente hecho obispo auxiliar de Cali y quien es también economista, hizo referencia al rol de la Iglesia como sustento de la esperanza: «Hemos visto como ha sido el papel importantísimo de la Iglesia el de sostener la esperanza, el de sostener la vida de las personas, que, con tan solo estos pocos años de paz que hemos vivido, se ha logrado seguir sosteniendo».

El prelado hizo también un llamado a los gobernantes a trabajar en unidad: «Es un llamado que queremos hacer a que juntos tratemos de ir donde las personas que están excluidas de la sociedad para que, de verdad, todos vayamos consiguiendo la paz que tanto queremos».

Al concluir su intervención, Mons. Falla -haciendo referencia a la frase de Benedicto XVI en «Caritas in veritate», que dice «Un humanismo sin Dios, es un humanismo sin humanos»- añadió que la Doctrina Social de la Iglesia ha sido muy clara en la opción preferencial por los pobres, «en tenderle la mano a los más necesitados, y cómo tenemos que seguir nosotros ubicando el valor de la dignidad humana, el valor del ser humano, y volver a situar a Dios con ese gran resplandor que debe seguir brillando encada uno de nosotros».

Gaudium Press / Sonia Trujillo

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