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Epifanía del Señor

Redacción (Miércoles, 05-01-2011, Gaudium Press) Reproducimos a continuación el correo electrónico recibido de la Congregación para el Clero, con una bella meditación sobre la fiesta de la Epifanía del Señor:

«Los Reyes de Tarsis y de las islas van a llevarle ofrendas, los reyes de Saba van pagarle tributo. Que lo adoren todos los reyes de la tierra y le sirvan todas las naciones» (cf. Sal 72). La solemnidad de hoy [ndr.: se refiere a la celebración de la epifanía] nos muestra el cumplimiento de esta profecía. Los sabios «paganos» van al pesebre de Belén. El nacimiento del Salvador se presenta como un acontecimiento que interesa no solo al Pueblo de Israel, sino a todo hombre. La liturgia presenta un hecho particular – la adoración de los Magos – y, a través de tal acontecimiento, nos insiere en la Realidad divina. He aquí la pedagogía divina: la Encarnación.

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Foto: Mario Baveloni

Los tres Magos, cuyos restos mortales son custodiados en la Catedral de Colonia, eran hombres en actitud de profunda espera, que analizaban los cielos en busca de las señales del Creador. Para que ellos lo encontrasen, el Señor utiliza aquello que les era más familiar: la estrella. Se trataba de una estrella con luminosidad y dimensiones similares a cualquier otra, pero que al mismo tiempo, era absolutamente única. De hecho, al resplandecer sobre sus rostros reavivaba sus corazones, mostrando para cual Luz fueron realmente hechos y colocándolos en camino.

Se trataba de una «señal», algo absolutamente mensurable, pero que se refería a una Realidad superior al propio significado.
Durante el viaje, especialmente cuando los Magos llegaron a Jerusalén, parecía que la estrella había desaparecido, pero, en realidad, estaban delante de una estrella mucho mayor, que les permitió reconocer la necesidad de dar un paso más. De hecho, reconocieron que fueron conducidos al corazón de Israel, el Pueblo que el Señor escogió como su morada, y a aquella nueva Estrella confiaron el propio caminar. Después del cosmos, de la obra de la creación, la primera Alianza es la «gran señal» que Dios puso en el mundo, a través del misterio de la predilección.

Entretanto, parece que aquella luz no resplandeció con la misma pureza del astro celestial, aunque fuese siempre una misma luz, pues en diversos momentos indicó a los Magos el camino, animados por las más dispares de las intenciones: el rey Herodes se sirvió de ellos para eliminar un posible rival en el poder y concurrente al título de Rey; además, los jefes de los sacerdotes y los escribas usaron la sabiduría recibida de Dios para secundar las solicitudes de Herodes, al punto de hacerlo permanecer en Jerusalén, envés de acompañar a los Magos a Belén.

El evangelista nos muestra el Misterio de la Iglesia, la Comunidad de aquellos que, por gracia divina, se tornaron hijos en el Hijo, al mismo tiempo en que fueron llamados a hacerse, con la ayuda divina, plenamente participantes de la Victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.

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Card. Piacenza, Prefecto de

La Congregación para el Clero

Nos confiamos al Señor Jesús que, sobretodo a través de aquellos «astros» – que de modo tan especial resplandecen en la vida de los Santos – nos indica, incansablemente y con fidelidad divina, la Iglesia como lugar del encuentro con Él. Juntamente con los Magos, aprendemos de la Bienaventurada Virgen María y de la fe de las personas simples, a tener la misma actitud de los pastores: postrarse delante de Cristo, verdadera Eucaristía, y ofrecer al Rey de los reyes el oro de nuestros «tesoros», al ‘Dios con nosotros’ el incienso de nuestra oración, y al Redentor Crucificado y Resucitado la mirra de nuestro sufrimiento.

Así nos tornaremos, siempre más, partícipes de la Vida del Señor Jesús, único y verdadero «Astro del Cielo», y se realizará también en nosotros la profecía de Isaías: «Entonces verás, y tu rostro se iluminará, tu corazón palpitará y gritará, pues estarán trayendo a ti los tesoros de más allá del mar, ahí llegarán las riquezas de las naciones» (cf. Is. 60, 5).

Citaciones de:

Is 60,1-6: http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/it/9abuxwb1.htm
Eph 3,2-6: http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/it/9absu0c.htm
Mt 2,1-12: http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/it/9abttkb.htm

 

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