Redacción (Martes, 22-03-2011, Gaudium Press) En nuestros días, el concepto de justicia como imparcialidad, política, independiente de doctrinas religiosas y de una filosofía comprometida con la metafísica, fue propugnada por pensadores como el filósofo político liberal John Rawls, que agrega a este pensamiento la negación de una verdad universal.1 No hay duda que al pretender esto, él no se levanta directamente contra la Iglesia y su papel, sino que la aleja sutilmente de cualquier influencia y reclama para la sociedad civil valores que tienen fuertes raíces evangélicas.
Benedicto XVI, en Caritas in Veritate, mostrará otro rostro de la justicia, en el cual surgen valores como el de solidaridad y gratuidad, que no pueden ser solamente imputados al Estado. Y llama la atención a una tendencia a la cual es preciso dar una respuesta concreta:
Si, en el pasado, era posible pensar que había necesidad primero de buscar la justicia y que la gratuidad intervenía después como un complemento, hoy es preciso afirmar que, sin la gratuidad, no se consigue siquiera realizar la justicia (n. 38).
Vemos la extrema dificultad que la política tiene hoy en la construcción de esta gratuidad, sin los cimientos religiosos que dan fundamento a la dádiva de sí mismo, a la semejanza de Cristo, que dio la vida por todos, y de la caridad cristiana, que se basa en el mandamiento nuevo traído por el Señor. No se trata de una caridad estoica que da sin compadecerse del prójimo, manteniendo distancia y no dejándose llevar por los sentimientos, sino de algo totalmente nuevo, una novedad que nos pide una transformación, una conversión. De aquí parte verdaderamente la justicia, la solidaridad, la gratuidad… de una Palabra que nos habla y renueva, santifica e impulsa. Es más, el Papa Benedicto XVI en ‘Deus Caritas Est’ considera exactamente que «nunca habrá una situación donde no sea necesaria la caridad de cada uno de los individuos cristianos, porque el hombre, además de justicia, tiene y tendrá siempre necesidad del amor» (n. 29).
También Mons. Giampaolo Crepaldi, actualmente Arzobispo de Trieste, cuando era Secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz, mostraba en una conferencia cómo el Estado no puede simplemente ignorar a la Iglesia, pues él nunca será capaz de «producir» el amor fraterno, aún siendo una sociedad la más perfecta y la más justa.2 Ahora, recuerda Benedicto XVI al inicio de Caritas in Veritate, que la caridad, camino real de la Iglesia, es la síntesis de toda la ley (cf. Mt 22, 36-40).
Por el Diac. José Victorino de Andrade, EP
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1 RAWLS, John. Justicia como imparcialidad: política, no metafísica. In: ÉTICA DEL SIGLO XX: Doce textos fundamentales. Ed. Carlos Gómez. 2. ed. Madrid: Filosofia Alianza, 2005. p. 187-188.
2″[…] anche nella società più perfetta e più giusta ci sarà sempre bisogno dell’amore fraterno. La società, ed anche lo Stato, hanno bisogno di una risorsa che essi non sanno produrre». CREPALDI, Giampaolo. Dottrina Sociale della Chiesa e Diritti Umani. 22ª Settimana Sociale dei cattolici trevigiani. Lunedì, 29 settembre 2008. p. 5.
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