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Redacción (Miércoles, 20-04-2011, Gaudium Press) Más allá de los méritos adquiridos por el ejercicio del Vía Crucis, podemos también fácilmente ser beneficiados por las indulgencias concedidas por la Iglesia a quien cumpla determinadas condiciones.
Por la obtención de indulgencias nos es perdonada total o parcialmente la pena debida por nuestros pecados, o sea, el Purgatorio después de la muerte. Las indulgencias pueden también ser aplicadas a las almas de personas ya fallecidas.
Se puede obtener indulgencia plenaria rezando el Vía Crucis de acuerdo con la costumbre, que consiste en hacer las lecturas, oraciones y meditaciones de cada Estación delante del respectivo cuadro, o cruz, colocados habitualmente a lo largo de las paredes de las iglesias. Cuando el Vía Crucis es rezado en conjunto y hay dificultad de todos moverse ordenadamente, de una Estación a otra, basta que el dirigente se desplace.
Es necesario también, además de la repulsión de todo el afecto a cualquier pecado, hasta venial, el cumplimiento de las tres condiciones siguientes: confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice (se acostumbra rezar un Padre Nuestro, una Ave María y un Gloria). Una confesión puede valer para obtener todas las indulgencias plenarias durante el período de un mes.
Por Mons. João S. Clá Dias, EP
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