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Montevideo (Viernes, 20-05-2011, Gaudium Press) Los obispos del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), reunidos en la ciudad de Montevideo, Uruguay, publicaron este viernes, 20 de mayo, el mensaje de su 33ª Asamblea General. En el texto, los prelados destacan, entre otros asuntos, el llamado de la Iglesia del continente para llevar adelante una nueva evangelización que «levante a los caídos, incluya a los excluidos, cure a los heridos y responda a los que preguntan dónde está Dios en medio de las calamidades, devolviendo la esperanza de esa vida plena que brota del Crucificado Resucitado».
Al inicio del mensaje, después de dirigirse a todos los presentes en el evento – que finaliza hoy – con un sincero afecto, los prelados del Celam hicieron un balance de la Asamblea, declarando que, en estos días, siguiendo las palabras de Benedicto XVI, «para que la Palabra de Dios fuese cada mais (cada vez más) el corazón de la actividad eclesial», ellos renovaron la escucha del Señor y reflejaron ( ) en el caminar en comunión con las Conferencias Episcopales de América Latina, «buscando que la acción evangelizadora en nuestro continente sea la transparencia viva del servicio de Jesús para todos nuestros hermanos (…)».
Los miembros del Celam recordaron también otros objetivos que fueron alcanzados en esta 33ª Asamblea General, como la elaboración de un plan que orientará a la Iglesia del continente en los próximos 4 años y la elección de una nueva presidencia y directorio. En este sentido, los prelados recordaron que lo mismo fue hecho hace cuatro años, en la Asamblea, en Aparecida, cuando los obispos latinoamericanos se propusieron promover en todos los niveles el discipulado misionero servicio de la vida.
Teniendo en vista los planes para los próximos años, los prelados también destacaron en la misiva las dificultades que enfrentarán para difundir el Evangelio en el continente latinoamericano. Obstáculos semejantes a los surgidos frente a Jesucristo en dirección a la vasta y compleja Galilea. En el episodio, del Evangelio de Lucas, Jesús llega a una ciudad del norte del país seguido por sus discípulos y por una gran multitud. En el camino contrario, viene un grupo cargando un hombre muerto para su sepultura. Jesús consuela entonces a la madre y resucita al joven, devolviéndole a su familia y a su ciudad.
Conforme los obispos, este episodio en su totalidad es rico simbólicamente. Jesús, seguido por la multitud, por ejemplo, se asemeja a la Iglesia difundiendo el Evangelio en los tiempos actuales, augurando seguidores para la fe cristiana. La procesión contraria llevando al joven muerto representa las «procesiones de muerte» que encontramos durante nuestra vida, dicen los obispos, «como el dolor de las jóvenes generaciones que se desencantan con las instituciones que perdieron su credibilidad por causa de la corrupción». Ya el cuidado de Jesús con la madre del joven, continúan, nos enseña «a no permanecer inertes ante una situación».
Y la resurrección del joven es la síntesis, según los miembros del Celam, de la acción evangelizadora que la Iglesia del continente quiere promover. «El evangelio de una Pascua que transforma a la persona y, con ella, a la sociedad, forma la comunidad y reconstruye la familia y el tejido social. Jesús es nuestro referencial», afirma.
Por último, los prelados agradecieron a Uruguay, que los hospedó «con tanta generosidad», enviaron un «abrazo caluroso» para todos los hermanos obispos, seguido de las palabras del apóstol Juan: «Que también ustedes estén en comunión con nosotros. Y nosotros estemos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Escribimos esto para que nuestro regocijo sea completo» (1 Jn 1, 3-4).
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