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Bogotá (Lunes, 20-06-2011, Gaudium Press) En unión con la Iglesia universal, Colombia realizará la Jornada Mundial del Óbolo de San Pedro el próximo domingo 10 de julio. El anuncio de la realización de esta colecta, que tiene como propósito animar a los católicos del mundo a «ayudar al Santo Padre a ayudar», fue hecha la semana pasada por la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC).
La jornada se lleva a cabo en el marco de la solemnidad de San Pedro y San Pablo -que será el próximo 29 de junio-, pero se traslada al domingo más próximo a esta conmemoración. La colecta tendrá lugar en parroquias, colegios católicos, capillas, movimientos apostólicos y comunidades religiosas de toda Colombia, donde cada jurisdicción eclesial, por medio del la Nunciatura Apostólica del país, se encarga de enviarla al Vaticano.
Según menciona la CEC en una nota de prensa, para que los católicos de Colombia se sumen a esta jornada con su aporte económico, ya han sido distribuidos en las curias episcopales de todo el país, y estas en sus respectivas parroquias y comunidades, diversos materiales gráficos, entre ellos afiches, con los cuales se motiva a los fieles a contribuir con las obras que realiza el Santo Padre en el mundo.
El Óbolo de San Pedro, en palabras del mismo Benedicto XVI en su Encíclica «Deus caritas est», se trata de una ayuda animada por el mismo amor de Dios, «por tanto -según expresa el Pontífice-, es muy importante que la actividad caritativa de la Iglesia mantenga todo su esplendor y no se diluya en una organización genérica, convirtiéndose en una de sus variantes (…) El programa del cristiano -el programa del buen Samaritano, el programa de Jesús- es un ‘corazón que ve’. Este corazón ve dónde se necesita y actúa en consecuencia».
Los donativos que se colectan durante esta jornada, son empleados para las obras misionera y las iniciativas de promoción social y humanitarias que realiza la Iglesia católica, en cabeza del Santo Padre, alrededor del mundo. Entre ellas, el Papa, como pastor de la Iglesia universal, destina gran parte de estos recursos para las diócesis e institutos religiosos más pobres, así como a los fieles que se encuentran en dificultad, principalmente niños, ancianos, marginados y quienes son víctimas de la guerra y de los desastres naturales.
Estos aportes también son destinados para sostener las actividades de la Santa Sede.
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