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Yaundé (Miércoles, 18-03-2009, Gaudium Press) Después del encuentro con el presidente de Camerún, Paul Biya, que recibió el Santo Padre ayer (17) en el aeropuerto, Benedicto XVI fue recibido por una multitud en la puerta de la parroquia Christ Roi de Tsinga, ya que en el interior del lugar estaban los obispos del país africano, que lo aguardaban para un evento más.
El pontífice invitó a la Iglesia en Camerún a mirar la manera como San Pablo proclama el Evangelio, y que esta «es la tarea que la Iglesia recibió de Cristo, porque muchas personas todavía esperan mensajes de amor y de esperanza».
El Papa habló además de la dimensión colegial del ministerio episcopal, de la relación del obispo con los presbíteros y de los candidatos al sacerdocio, alentando a los obispos a dar prioridad a la selección y preparación de los formadores y de los directores espirituales.
Recordando los orígenes de la fe cristiana en Camerún, Benedicto XVI citó el trabajo de los religiosos, de las religiosas y los catequistas. Un trabajo que, todavía hoy, es fundamental, «por eso es esencial la formación humana, espiritual y doctrinal».
Entre los desafíos pastorales, el pontífice citó en especial la situación de la familia, que sufre el impacto de la modernidad y de la secularización con la sociedad tradicional: «En la promoción de la pastoral familiar, es importante favorecer una mejor comprensión de la naturaleza, dignidad y función del matrimonio, que presupone un amor indisoluble y estable».
Otro desafío es el avance de sectas y movimientos esotéricos y la influencia creciente de una religiosidad supersticiosa, como también del relativismo. Tendencias, según el pontífice, que «son una invitación urgente a dar un nuevo impulso a la formación de los jóvenes y de los adultos, particularmente en los medios universitarios e intelectuales».
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