sábado, 04 de mayo de 2024
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Mientras más marginalizada la persona del sacerdote, más importante se vuelve, afirma el Cardenal Piacenza

Los Angeles (Martes, 04-10-2011, Gaudium Press) En un mundo caracterizado por «la inestabilidad en la familia, en el mundo del trabajo, en los distintos grupos sociales y profesionales, en las escuelas y las instituciones» los sacerdotes están llamados a dar testimonio de «estabilidad y madurez». Fue ese el mensaje del Card. Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero, a los sacerdotes de la Arquidiócesis de Los Angeles, Estados Unidos. El cardenal habló ayer sobre el tema «El sacerdote en el siglo XXI».

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Según el Card. Piacenza el sacerdote debe ser «noble de espíritu como un rey, simple y natural como un agricultor» – Foto: clerus.org

El Card. Piacenza reflexionó en el discurso sobre la identidad del sacerdote, que hoy debe enfrentarse a los interrogantes de las personas que pueden considerarlo como un ‘marciano’, un ‘extraterrestre’ o un ‘fósil’. «La secularización -dijo el cardenal- el gnosticismo, el ateísmo en sus diversas formas, están reduciendo cada vez más el espacio de lo sacro, están chupando la sangre a los contenidos del mensaje cristiano. Los hombres de las técnicas y el bienestar, la gente que se caracteriza por la fiebre del aparecer, manifiestan una extrema pobreza espiritual. Son víctimas de una grave angustia existencial y se muestran incapaces de resolver los problemas básicos de la vida espiritual, familiar y social. «

En la cultura contemporánea la cosa que afecta más es «un pesado silencio de Dios». Dios es completamente eliminado del hombre que «se convierte en el creador del bien y del mal», y por lo tanto nuestra realidad ha descendido a la confusión, el desorden y la anarquía. «En este contexto, la vida y ministerio del sacerdote es de vital importancia y de urgente actualidad. Mientras más marginalizado esté más importante es, mientras más considerado superado más es actual», porque «el verdadero campo de batalla de la Iglesia es el paisaje secreto del espíritu humano», alentó el prelado.

«El sacerdote debe proclamar al mundo el mensaje eterno de Cristo en su pureza y radicalidad», y «no debe ceder al conformismo y a los compromisos de la sociedad». El Card. Piacenza recordó que en la historia la Iglesia ya ha enfrentado varios ataques. Así, «frente a un mundo anémico de oración y adoración, el sacerdote es, en primer lugar, el hombre de la oración, de la adoración, del culto, de la celebración de los santos misterios. Frente a un mundo inundado con mensajes consumistas, pansexualistas, atacado por el error, presentado en los aspectos más seductores, el sacerdote debe hablar de Dios y las realidades eternas, y para poderlo hacer creíble, ¡debe ser un creyente apasionado, así como debe estar «limpio»!

El prefecto para el clero terminó su discurso con una definición del sacerdote contemporáneo: «El sacerdote debe ser contemporáneamente pequeño y grande, noble de espíritu como un rey, simple y natural como un agricultor. Un héroe en la conquista de sí mismo, el soberano de sus deseos, un siervo para los pequeños y débiles; que no se abaja ante los poderosos, pero que se curva ante los pobres y pequeños, un discípulo de su Señor y cabeza de su rebaño. No hay regalo más precioso que puede ser otorgado a una comunidad que un sacerdote según el corazón de Cristo. La esperanza del mundo es la de poder contar, también para el futuro, con el amor de un corazón sacerdotal límpido, fuerte y compasivo, libre y amable, generoso y fiel».

 

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