domingo, 19 de mayo de 2024
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"El primer valor que un africano tiene es la vida": Secretario del Pontificio Consejo de Cultura

Roma (Viernes, 18-11-2011, Gaudium Press) Gaudium Press habló con Mons. Barthélemy Adoukonou, Secretario del Pontificio Consejo de la Cultura, quien es originario de Benín, sobre el viaje que inició hoy el Papa al África y diversos aspectos de su ministerio en el dicasterio romano. A continuación la entrevista.

Gaudium Press – ¿Cuál es el significado del viaje del Santo Padre a Benín?

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Mons. Barthélemy Adoukonou – Foto: Universidad de Navarra

Mons. Adoukonou – Este viaje del Santo Padre a Benín tiene para nosotros un significado muy importante, porque se abordará el problema de cómo relanzar nuestro programa de evangelización que concluimos este año. En el 150° aniversario de la evangelización de nuestro país analizamos el punto de la situación: dónde llegamos, cuál fue el recorrido y qué realizamos del programa establecido durante el primer Sínodo para el África, aquello que nos llamó a ser edificadores de la Iglesia en Benín. Nuestro programa siempre fue aquel de evangelizar teniendo como punto de partida los aspectos antropológicamente más significativos de nuestra cultura africana, sin entretanto nunca olvidar que pertenecemos también a la gran familia de Dios que es la Iglesia.

El Santo Padre viene hasta nosotros ahora para darnos una exhortación apostólica en un momento muy significativo y esto es, después de la realización del segundo sínodo que fue dedicado a la observación atenta y a la reflexión también profunda de los problemas socio-políticos de África. Y esto es para todos nosotros una gran alegría, porque esperamos de él indicaciones muy importantes no solo sobre aquello que tenemos para llevar como valores, en el momento en que África representa el pulmón de la humanidad, sino también sobre cómo protegernos de dos virus muy graves: de un lado el materialismo, del otro las enfermedades de la religiosidad, esto es, los fundamentalismos, los radicalismos y los terrorismos. Debemos formular propuestas positivas sobre estos temas y pienso que el Santo Padre nos dirá aquello que esperamos: cómo conseguir demostrar real y socialmente nuestra identidad de pertenecer a la familia de Dios. Para ser familia de Dios es necesario ser un cuerpo reconciliado, en el cual el odio fue muerto, como sucedió en el cuerpo de Cristo resucitado. (…)

Nosotros esperamos al Santo Padre como el Sucesor de Pedro que tiene el deber de ser el principio de la unidad y la colegialidad de los obispos. Justamente esto es lo que el Vaticano dijo sobre los obispos y la Iglesia: que deben constituir el modelo más eficaz para llegar a la unidad de la humanidad. El Reino de Dios ya comenzó de la manera en que la Iglesia debe representar a la humanidad nueva, reconciliada y ésta unidad suya deriva de la unidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

En este tiempo de crisis económica, la expectativa de Benín, de África y también del mundo entero es que todos podamos encontrar aquello que es central, esto es, la persona humana ya reconciliada en Cristo. Debemos empeñarnos para colocar a esta persona humana en el centro de todo: de la economía, la ecología, la antropología y de nuestras acciones. Tenemos que acoger el principio que esta persona humana pertenece a una familia y tiene una dimensión social y no debemos nunca olvidar que Dios creó al hombre y la mujer a su imagen y semejanza.

Me parece que podríamos ser de alguna ayuda en África en este momento y en la actual situación. Después de 50 años de independencia estamos parados: no debemos andar para atrás, pero no conseguimos incluso ir adelante. Infelizmente. Espero que esta visita del Santo Padre nos coloque de nuevo en el camino. Recuerdo que al final del Sínodo nos dijimos: «África, levántate y camina».

GP – ¿Por qué la elección de Benín? ¿Qué representa su patria?

Benín es un pequeño país que tenía también la mala fama de ser uno de los países en el cual operaban los mercaderes de esclavos. Era también el país de la religión Vodun, considerada como una expresión de la magia y de los poderes exotéricos. El obispo francés de Marion Brésillac, cuando renunció a su diócesis de Pondicherry en la India pidió ser mandado de nuevo en misión a Daomé -actual Benín- porque su fama era muy poco digna. Él quería llevar allí la luz del Evangelio. Después de tantos años de evangelización algo bueno fue realizado. Tenemos la gran figura del cardenal Gantin, que era un verdadero beninés. Fue un hombre extraordinario, de corazón ferviente, un hombre de relaciones, un hombre de bondad increíble y que vivió aquí en Roma por más de 30 años en la Curia Romana. Fue prefecto de la Congregación de los Obispos y terminó como decano del colegio cardenalicio. El Cardenal Ratzinger lo conoció bien, no solamente porque le sucedió como decano de los cardenales, sino porque fueron nombrados en el mismo Consistorio y también porque ya lo había encontrado precedentemente por mi causa, habiendo estado con él en Múnich para la ordenación episcopal del profesor Ratzinger. En aquel día había dos africanos en el coro de la Catedral de Múnich, Mons. Gantin como obispo y yo como joven sacerdote. Entonces Ratzinger lo conocía de allí y desde entonces hicieron muchos caminos juntos. Él fue el primer africano en ser llamado a la Curia Romana. Un hombre que conocía bien la cultura africana y vivía de sus valores, pero que era profundamente abierto a la universalidad.

GP – Usted dijo que África puede ser el pulmón de la humanidad de hoy. ¿En qué puede contribuir la cultura africana?

Esta afirmación no es mía, sino del Santo Padre. (…) El primer valor que un africano tiene es la vida y la vida, en su manifestación humana primordial, es la familia, esto es, un hombre y una mujer en tensión de amor fecundo. Verificamos eso en tantos años de investigaciones culturales y lo trajimos como contribución al primer Sínodo para el África. El africano ve la vida como un bien que se manifiesta en la realidad de la familia donde hay relaciones personales y donde residen todos los valores. Tenemos que salvar esto y tenemos que tomar de la cultura africana esta orientación en dirección a los valores de la vida y la familia, en dirección a Dios y en dirección a la naturaleza que tenemos que despertar. (…) Y cuando el Papa dice que representamos el pulmón de la humanidad, considero que esto deba ser interpretado en este sentido, sea dentro de las propias naciones, sea en la esfera internacional y las relaciones con las otras culturas. Esto sería una contribución inmensa.

2011-11-18T181421Z_1834970250_GM1E7BJ06GE01_RTRMADP_3_POPE-AFRICA.jpgHoy los europeos no quieren más hablar de familia. Pero es justamente allí que las vías son completamente diversas. Nosotros intentamos, de hecho, recuperar estos valores para redescubrir lo que hay de positivo y es esta la lógica de la vida. De allí deriva una mejora de las relaciones que interceden entre las personas humanas, entre ellas y Dios, y entre las naciones. El Santo Padre decía que no debemos contagiarnos con el virus del materialismo y las enfermedades de la religiosidad. Precisamos de sabios para la humanidad. Si no hay esta sabiduría, este amor por la vida que salva la dignidad de la persona humana, la humanidad está en grave peligro. Si se respeta y se promueve a la persona humana, se promueven también los bienes materiales. Por tanto, como decía Pablo VI, no debemos sacrificar las razones de vivir para contentarnos en vivir. África quiere vivir así y traer su contribución al desarrollo de la humanidad.

GP – Excelencia cuentenos alguna cosa sobre su colaboración con el profesor Joseph Ratzinger – Papa Benedicto XVI

Benedicto XVI me llamó a colaborar con él en el campo de la relación entre la cultura y la fe, no más al nivel solo de África, sino aquel de la Iglesia Universal. Creio que tiene confianza en mí, porque hicimos un largo recorrido juntos. Hice mi tesis de graduación con él justamente en el campo de la inculturación, esto es, la relación entre la fe y la cultura. Cómo hacemos para acoger la fe del mismo modo en el cual el propio Cristo vivió la separación del judaísmo, y por esto tuvo que morir y resurgir. Cuando se pasó del judaísmo al helenismo y a la romanidad, los Padres de la Iglesia hicieron los mismo pasos de Cristo y, precisamente sustentaron que esto que había de específico en la Fe cristiana no se debía reducir a pura cultura helenística o latina.

Por tanto, no hubo una helenización de la fe, o una latinización de la fe y ni incluso una eslavización de la fe. Esto es, el modo en el cual se realizó la inculturación fue siempre un paso por la Cruz. Los Padres de la Iglesia se batieron hasta la muerte por causa de una solo «i», aquella famosa controversia a propósito de «homousios», «homoiusios». Si uno dice «homoiusios», significa que se asemeja a Dios por alguna cosa que se puede comparar con Dios. Pero cuando usted dice «homousios», usted dice que es de la misma naturaleza de Dios, en identidad: Dios, «verdadero Dios y verdadero hombre». (…) En mi tesis procuré demostrar el paso necesario de todas las culturas por la cruz de Cristo que las salva a todas.

El Papa Benedicto me llamó aquí para ayudarlo a construir el lazo de la fe entre las diversas culturas. (…) Este dicasterio es justamente el lugar para elaborar una tal relación de diálogo y de comunión de las culturas. La cuestión de la verdad se torna más clara y estimulante en esta perspectiva. La verdad es una realidad que está implícita en toda cultura y opera y trabaja para abrirla. Es gracias a la verdad que esta abertura no da lugar solamente a una relación, sino también a la comunión entre las culturas. Por tanto, nosotros somos llamados, cuanto los otros continente y las otras culturas, a testimoniar que no debe existir una dictadura del relativismo.

GP -¿Cuáles son los temas más significativos, fundamentales de este pontificado?

Pienso que el tema verdaderamente decisivo es el del amor, de la caridad. Como se ve en sus primeras encíclicas: fe, esperanza, caridad. «Caritas in veritate». También la caridad debe ser vivida al nivel de las relaciones entre las naciones y piensa que esta línea teológica pastoral tiene que ser una línea a ser realizada hacia el futuro. Esta dirección es la teología del amor y de la vida, y es de allí que verá de qué tipo será la pastoral; pienso que es la verdadera pastoral. Entonces el Santo padre vendrá a hablarnos del África y lo que significa para él que ella sea el «pulmón de la humanidad».

Un hombre de cultura francesa, el filósofo Emmanuel Mounier, decía que Daomé (Benín) era el barrio latino de África, porque estábamos abierto a la cultura europea. Esto no significa perder la propia identidad cultural africana. Nuestra identidad cultural, como todas las otras, no debe cerrarse en sí mismo, sino dejarse abrir por la verdad.

Pienso que el discurso de Benedicto XVI recordará en parte lo que dijo en el Collège de Bernardins en París, cuando se encontró con el mundo de la cultura. Esperamos también una alusión a los problemas de la justicia y de la paz como hizo en su debate con Jürgen Habermas, en 2004, en Múnich. La política no basta, la democracia no puede basarse en sí misma. Es preciso necesariamente un pensamiento pre-político.

Habermas concordaba. Razón y fe son inseparables, necesaria una a otra. Habermas dice que el ciudadano no creyente no tiene el derecho de excluir a los creyentes del debate público. Es injusto querer excluir la religión y sus potencialidades racionales. Esto me parece un debate que debe ser llevado a la esfera internacional, como ya dijimos. Las naciones deben estar abiertas a Dios para recibir de Él la fuerza para tornarse aquello que son llamadas a ser.

Pienso que el papa nos dará un instrumento de trabajo, un plano de acción para ir hacia el futuro de forma más decisiva, pero también más conscientes del hecho de que no estamos solos, que la Iglesia nos apoya, que podemos exigir más, principalmente en lo que dice respecto a la justicia, la reconciliación y la paz. Las tensiones africanas son conocidas pero no tienen solo causas internas sino también externas, esto es, los intereses de los grandes. La justicia y la paz dependen de esta búsqueda de reconciliación, justicia y paz.

Gaudium Press / Anna Artymiak

 

 

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