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Sed siempre la sal de la tierra, luz del mundo, le dijo Benedicto XVI al África

Ciudad del Vaticano (Lunes, 21-11-2011, Gaudium Press) «¡Haced brillar por todos lados el rostro amable del Salvador, en particular delante de los jóvenes que, en un mundo difícil, andan a la búsqueda de razones de vivir y de esperar!», fue el apelo del Papa Benedicto XVI a los cristianos africanos en la Misa dominical de conclusión del viaje apostólico a Benín. La visita se da en la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Al final de la celebración -que ocurrió en el «Stade de l’Amitié» de Cotonou en presencia de más de 30 mil personas- fue realizado el rito de la entrega de la exhortación «Africae munus» a los más de 40 obispos presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el África.

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El Papa a su llegada al estadio

Antes de iniciar la Misa el Papa dio una larga vuelta en el estadio en su papamóvil para saludar a las personas venidas en gran número en una atmósfera de fiesta y alegría para su visita. «Jesús, el Hijo del Hombre, el juez supremo de nuestras vidas, quiso asumir el rostro de aquellos que tienen hambre y sed, de los extranjeros, de los que están desnudos, enfermos o presos… en fin, de todas las personas que sufren o son marginadas. Y, por consiguiente, el comportamiento que tengamos con ellos será considerado el modo como nos comportamos con el propio Jesús», inició así Benedicto XVI su homilía pronunciada en francés, inglés y portugués.

Hay que «aceptar un rey que se hizo siervo de los más pequeñitos, los más humildes; un rey cuyo trono es una cruz». En Benín, por ocasión de la entrega de la segunda exhortación sobre el África, el Papa recordó que la humildad y el servicio son las virtudes a ser seguidas en el propio comportamiento y actitud. Aunque la vida de aquellos que siguen a Cristo sea también de apertura «a grandes sacrificios, a veces hasta incluso aquellos de la vida».

Benedicto XVI reafirmó el mensaje de esperanza, el cual se refiere a la solemnidad de Dios, del Rey del Universo recordando que Jesucristo nos abre «un mundo nuevo, un mundo de libertad y de felicidad». Con particular ternura el Papa se dirigió «a los niños y a los más humildes» del África: todas las personas que sufren, los enfermos, los que tienen SIDA y otras enfermedades, todos los olvidados por la sociedad. «¡Tengan coraje! El Papa piensa en vosotros y os recuerda en la oración. ¡Tengan coraje! Jesús quiso identificarse con los pequeñitos, con los enfermos», afirmó recordando que la responsabilidad por cada enfermo, cada pobre, debe ser común para la Iglesia y para la sociedad. El tema de la esperanza se presentó también en el Ángelus, cuando pidió al continente africano que acoja a la Sagrada Familia, que cultive los valores cristianos: «Mientras tantas familias son divididas, exiliadas, funestadas por conflictos sin fin, sed os artífices de la reconciliación y la esperanza», dijo.

No al bienestar egoísta o la ganancia fácil

En la conclusión el Santo Padre lanzó nuevamente un apelo de aliento a los presentes para que continúen con entusiasmo la misión evangelizadora iniciada en el país hace 150 años. Porque todavía «¡Muchos son aquellos que ponen resistencia en abrir el propio corazón a la Palabra de Dios! Muchos son aquellos cuya fe es débil, y cuya mentalidad, los hábitos, el modo de vivir ignoran la realidad del Evangelio, pensando que la búsqueda de un bienestar egoísta, de la ganancia fácil o el poder como el objetivo último de la vida humana». El cristiano, recuerda también, «es un constructor incansable de comunión, paz y solidaridad».

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La multitud que esperaba al Papa

En inglés y portugués el Papa dio además una lección de la realeza que en un verdadero significado «no consiste en una demostración de fuerza, sino en la humildad del servicio; ni en la opresión de los débiles, sino en la capacidad de protegerlos y conducirlos a la vida en abundancia». Y «reinar sobre nosotros mismos», para que se torne realidad «su realeza sobre la familia, la sociedad y la historia», como una verdadera vocación que comprende «servir a su Reino de reconciliación, justicia y paz».

En la entrega de la exhortación apostólica post-sinodal «Africae munus», en las manos de 40 obispos que simbólicamente representaron la Iglesia en todo el África, Benedicto XVI hizo votos en inglés para que «esta exhortación os guíe en el anuncio de la Buena Nueva de Jesús en África», que no sea «solamente un mensaje o una palabra», sino principalmente «apertura y adhesión a una Persona: Jesucristo». A los fieles recordó también que «la evangelización presupone y comporta también la reconciliación, y promueve la paz y la justicia», por eso os aliento a ser «cada vez más la sal de la tierra», principalmente de la tierra africana, así como también «la luz del mundo». La segunda exhortación sobre el África comprende «las fases de asimilación y aplicación de los datos teológicos, eclesiológicos, espirituales y pastorales en ella contenidos».

 

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