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Cardenal Cipriani afirmó que si no se forma en virtudes la sociedad entra en crisis

Lima (Lunes, 23-01-2012, Gaudium Press) Dos temas principales fueron los tratados por el Cardenal Arzobispo de Lima, Mons. Juan Luis Cipriani Thorne, en la última edición sabatina de su programa Diálogo de Fe, en una de las principales cadenas radiales del Perú.

El Cardenal comenzó refiriéndose a aquello que garantiza el buen orden y funcionamiento de una sociedad, para continuar con la forma como se deben inculcar los valores cívicos, familiares y humanos a los chicos, desde su más tierna infancia.

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El purpurado afirmó que el orden en el aspecto externo y el respeto a la propiedad y a la seguridad son elementos previos a cualquier otro programa que permitan el desarrollo de una ciudad, como por ejemplo Lima. Igualmente, es fundamental la educación en lo que hoy se denominan valores, como por ejemplo el de la vida, fundamento de todo el ‘edificio de valores’.

«El primer valor es la vida, porque si no existes no eres sujeto de ningún valor. Lo primero de todo y tiene que estar a la base de cualquier política de valores es cómo respetamos la vida desde el instante de la concepción hasta el momento de la muerte natural.

Todo lo que afecta la venida de un ser humano al mundo desde su concepción tiene que ser objeto de un delicado cuidado de toda la sociedad», señaló.

Asimismo, junto al de la vida, es necesario resaltar la importancia del matrimonio y la familia, como ejes sobre los que gira la sociedad
«Es muy importante promover, proteger y explicar la necesidad de la estabilidad del matrimonio de un hombre con una mujer para siempre como un elemento muy importante. Y si seguimos adelante pasamos a la familia, ambiente natural donde se educa en los valores», afirmó.

Un programa de formación

Todo un programa de formación de la juventud, fue el esbozado por el Cardenal Arzobispo de Lima, en Diálogo de Fe, desde el nacimiento hasta la edad adulta. Según el purpurado, durante los 7 primeros años se deben fomentar particularmente la obediencia, la sinceridad y el orden.

«Esos primeros años hay que enseñarle a esa criatura la necesidad de la obediencia, donde tiene que haber un darse cuenta que hay normas de conducta. Y después es importante que se den cuenta que decir la verdad nunca supone un problema en la casa», manifestó.

De los 8 a los 12 años es preciso privilegiar la fortaleza, la laboriosidad y el darse cuenta que hay que esforzarse para conseguir determinados objetivos.

«En esta etapa hay que empezar a estimular el esfuerzo, empezar a generar la actitud de un horario de levantarse, de poner las cosas en su sitio, de no llorar por gusto; fortaleza interior y de ánimo, no de músculo. Esa criatura necesita el respaldo del papá o la mamá, que nunca se sienta sola o desprotegida pero tampoco sobreprotegida», reflexionó.

«El ser humano, desde pequeño, tiene una fuerza interior muy grande y que los papás y el colegio tienen que ir encausando, porque de este proceso educativo de valores surge después el juez que vive la justicia y no corrompe, el político que respeta y no es violento, el joven que quiere colaborar con gente humilde y pobre», prosiguió.

Una etapa difícil en la vida de cualquier joven es la que va desde los 13 a los 18 años, la adolescencia. En ella hay que fomentar la sinceridad, y una confianza que prevenga el aislamiento.

«Desde los 13 a los 15 deben aprender a tener ese pudor, saber que el cuerpo tiene unas manifestaciones que no se ventilan en mitad de la calle; empieza a ver una cierta reserva natural, no tabú; el saber que dentro de la persona humana hay un natural respeto por determinadas situaciones personales. Así también surgen la sociabilidad y la amistad», expresó.

«Más adelante, de los 16 a 18 años, empieza la comprensión, la lealtad, el no engañar ni traicionar», añadió.

Finalmente, el Cardenal Cipriani insistió ante los educadores (papás, abuelos, profesores, incluso medios de comunicación) que el núcleo hacia donde se dirigen todos los esfuerzos formativos es el del respeto y la dignificación cada vez mayor de la persona humana.

«Mamás, papás, abuelitas, profesores, medios de comunicación, sean conscientes que hay tareas que son parte de un proceso de valores que si se destruye genera crisis en la sociedad», afirmó.

Con información de la Oficina de Comunicaciones del Arzobispado de Lima

 

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