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Sacerdotes van al aula: importancia de la formación permanente

Bogotá (Jueves, 19-04-2012, Gaudium Press) La formación permanente es una tradición implantada en todas las profesiones, pero en la Iglesia, especialmente para los sacerdotes, cobró una mayor importancia con la Exhortación Apostólica Postsinodal «Pastores Dabo Vobis» que dirigió el Papa Juan Pablo II en el año 1992 al clero y los fieles, y que habla precisamente sobre la formación de los sacerdotes en la situación actual.

Justamente sobre este tema, Gaudium Press Español dialogó con varios sacerdotes latinoamericanos que en la actualidad regresaron a las aulas y se encuentran cursando en Bogotá la Licenciatura Canónica en Teología en el Instituto Teológico-Pastoral para América Latina (Itepal), del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

La Formación Permanente es una necesidad

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Grupo de sacerdotes que cursan la Licenciatura en Teología

De acuerdo con los testimonios, para la gran mayoría de los sacerdotes la formación permanente es hoy una necesidad. Esto lo expresó el padre Hernán Pinilla, presbítero colombiano quien tras 17 años como misionero en Camboya, en el sudeste asiático, vio que era necesario actualizarse y regresar de nuevo a las aulas: «Yo llevo 22 años de ministerio, 17 años fuera del país, en un contexto donde ni siquiera hay libros, biblioteca. Así que volver aquí era una necesidad y la he disfrutado muchísimo. Volver a los libros, volver a actualizar, sobre todo porque muchas cosas han cambiado, las investigaciones bíblicas han evolucionado».

De manera similar se expresó el padre Juan Espinosa, sacerdote salesiano de la Inspectoría del Perú, quien afirmó que su participación como alumno en el Itepal le ha ayudado «a interpretar cada vez más la necesitad de estar actualizado», agregando que la formación permanente «es como pretender en el fondo volver a lo que uno ha aprendido, pero sin embargo, también es ir proyectándose».

Para re-encantar la vida ministerial

Por su parte, el padre Enzo Romero, sacerdote argentino de la diócesis de Tucumán, dijo que la formación es importante para ‘re-encantar’ la vida ministerial: «Creo que es importante la formación por el hecho mismo de volver a la fuente, para re-encantarse uno en la vida ministerial y poder servir mejor».

Al respecto, hizo referencia a la necesidad de que los sacerdotes también revitalicen su ministerio: «Con la impronta que se va dando en estos tiempos, necesitamos nosotros revitalizar el ministerio sacerdotal, que no pasa solamente por la sacramentalidad, o por predicar, sino por ampliar las bases de formación para poder servir mejor. Más aún en estos tiempos donde la Iglesia latinoamericana tiene el gran desafío de la Misión Continental». Y añadió que «los sacerdotes necesitamos prepararnos para responder a las distintas realidades, de una manera más acertada y eficaz».

Una oportunidad para servir más y para tener una visión general de la Iglesia

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Instalaciones del Itepal

Precisamente, sobre la oportunidad que la formación ofrece a futuro en el servicio del ministerio sacerdotal, hizo referencia el padre Basilio Ramírez Calderón, sacerdote de la diócesis de Matehuala, San Luis, Potosí, en México: «Mi experiencia ha sido un poco el descubrir cosas nuevas, puntos nuevos que hay que reflexionar, sobre todo de la teología, y también un compromiso más para poder servir más y mejor a nuestra diócesis, especialmente en estos aspectos de formación, de teología y de apoyar a todas las personas, que son las que lo necesiten, de nuestra Iglesia particular».

De otro lado, el padre Oscar Camacho, de la Arquidiócesis Tlalnepantla en México, resaltó que la formación permanente le permite tener una visión general de la Iglesia, específicamente la Latinoamericana: «Mi experiencia en el Itepal ha sido una nueva visión de la Iglesia, y también una posibilidad para penetrar en el pensamiento latinoamericano, principalmente desde la teología, apoyado por distintos profesores de diferentes países, y eso es muy enriquecedor para ir conformando una visión más general, más completa de la Iglesia».

Experiencia que enriquece en el trato con otros y otras culturas

La mayoría de los sacerdotes coincidieron en afirmar que la formación permanente, además de favorecer en conocimientos, enriquece en el trato con otras personas y con diferentes culturas. Como expresó el padre Felipe Martínez, de la diócesis de Matehuala, San Luis, Potosí, en México: «Aquí la experiencia en el Itepal es una experiencia muy bonita, porque cada día vamos aprendiendo muchas cosas, sobre todo, el trato con compañeros de otros países, eso va enriqueciendo».

O lo que manifestó el padre Hugo Armando Gálvez, de la diócesis de Manizales en Colombia, para quien la vivencia de formación «ha sido fascinante», no sólo por los contenidos que se enseñan, «sino por el contacto con otras experiencias latinoamericanas. Tenemos compañeros de Perú, Argentina, Brasil, de muchos países. Entonces enriquecernos, conocer las experiencias que cada uno tiene, la visión de Iglesia, los puntos comunes, las dificultades».

De manera similar se refirió el padre Francisco Javier Moreno, de la diócesis de Zamora, Michoacán, México, quien valora mucho la experiencia del Itepal, especialmente por lo gratificante que es «encontrarse con gente buena», y por compartir «con más hermanos sacerdotes de distintos lados». Por ello recomienda «esta experiencia de formación, de enriquecernos a nivel Latinoamérica».

Formación con participación de los laicos

El padre Julio Cesar Hernández Escobar, de la Arquidiócesis de Tuxtla, Gutiérrez en Chiapas, México, de otra parte, destacó la participación de los laicos en la formación permanente: «Siento que esta experiencia es muy buena, no nada más para nosotros los sacerdotes, sino también para los laicos. A mí me ha llamado la atención que algunos maestros que tenemos son laicos, se han preparado y tienen mucha capacidad en este campo de acción de la Iglesia. Siento que la riqueza de Dios no se agota nada más en nosotros, sino también en los demás».

El Itepal en el servicio de la Formación Permanente

Gaudium Press Español también dialogó con Mons. Guillermo Melguizo, vice-rector del Itepal, quien habló sobre el servicio que el CELAM presta desde la formación permanente para sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, a partir del Instituto Teológico-Pastoral para América Latina.

«En América Latina hay una organización que es el CELAM (…) fundado en 1955 en Río de Janeiro, y funciona en Bogotá (…) Es un trabajo de coordinación y de servicio para todas las Conferencias Episcopales de América Latina. Uno de esos servicios (…) es a través de este instituto, un Instituto Teológico-Pastoral para América, que fue fundado en 1974, que funcionó durante 15 años en Medellín, y que hace ya más de 20 funciona en Bogotá», expuso Mons. Melguizo.

El vice-rector del Itepal también explicó que el instituto «tiene cursos, diplomados, licenciaturas y doctorados. Y ofrece una formación integral, integrada, comunitaria, a los sacerdotes, a los religiosos y también a algunos laicos, desde la parte humana, la parte cristiana, y la parte sacerdotal y pastoral».

El instituto está abalado académicamente por la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín.

Gaudium Press / Sonia Trujillo

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