lunes, 06 de mayo de 2024
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"No podemos ser libres si no partimos de la verdad": recordó Mons. José Antonio Passarell, en Argentina.

Tucumán (Lunes, 28-05-2012, Gaudium Press) El pasado viernes 25 de mayo, el Vicario General de la Arquidiócesis de Tucumán, Mons. José Antonio Pasarell, presidió el tradicional Te Deum que conmemora el establecimiento de la primera Junta de Gobierno de Argentina en 1810, tras la abdicación del Virrey motivada por el movimiento de independencia. En esta fecha patria, el prelado recordó el verdadero sentido de la libertad y expresó que su interpretación errada conduce «a la disfuncionalidad e incluso a la descomposición social», en referencia a las últimas reformas legales.

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Monseñor José Antonio Pasarell, durante su predicación con motivo del Te Deum que conmemora la independencia argentina.

Mons Pasarell explicó que el valor de la libertad, considerado por muchos como un valor supremo, se concibe erróneamente como «una desvinculación de los principios, de los límites, de las normas. Ser libres sería cortar con todo, arrasarlo todo. Ser libres sería poder negociarlo todo, hacer que todo, incluso los ideales y las convicciones, pueda ser objeto de trueque e intercambio», advirtió.

Este error, en palabras de Monseñor Pasarell, ataca de forma frontal a la historia, la moral y las tradiciones. «¿Puede ser éste un verdadero concepto de libertad?», preguntó el Vicario. » La experiencia actual nos demuestra que esa idea de libertad es falsa. Que conduce a la injusticia, a la opresión. Que es fuente de nuevas y temibles esclavitudes, como la droga, la inseguridad o los vicios. Que lleva a la disfuncionalidad e incluso a la descomposición social. Así, muchas aparentes conquistas de la libertad de nuestro tiempo se revelan ambiguas y deben ser objeto de revisión», afirmó.

 

Las bases de la libertad

El prelado recordó la relación indispensable entre la libertad y la verdad, primero de sus fundamentos: «No podemos ser libres si no partimos de la verdad sobre la persona humana, que es digna y valiosa por sí misma», afirmó. «La dignidad del hombre no es fruto del reconocimiento del Estado. Es anterior a cualquier declaración. Tampoco se funda en la capacidad económica, política, social o cultural de los diferentes sujetos. Se basa en el hecho de que cada ser humano, aunque él mismo lo niegue o lo ignore, tiene una relación constitutiva con Dios».

Esta verdad fundamental fue propuesta por el Vicario como base para la legislación y la búsqueda del bien común en la sociedad: «la dignidad humana ha de ser el criterio decisivo a la hora de evaluar y modificar las leyes fundamentales que organizan nuestra vida en común». Mons. Pasarell criticó las leyes que buscan un «ponerse a tono» con la época y que en realidad las dejan vacías de contenido, por no remitir a la verdad sobre la dignidad del ser humano. «La reflexión sobre las reformas a los Códigos Civil y Penal, así como de las leyes esenciales que regulan la vida en sociedad, deben tener muy en cuenta estas premisas».

Entre las recientes reformas a las que hizo referencia el Vicario se encuentran un fallo de la Corte Suprema que despenaliza parcialmente el delito de aborto, la introducción de la eutanasia pasiva en la llamada «ley de muerte digna» y la «ley de identidad de género» que desconoce la realidad biológica del ciudadano y le permite cambiar el registro oficial de su sexo a voluntad.

Mons. Pasarell, prosiguiendo su catequesis sobre la libertad, identificó la filiación como su segundo fundamento: «En la Antigüedad, el hijo se contrapone al esclavo. El hijo es dueño de su casa, tiene derecho a la herencia; el esclavo es como un objeto, es propiedad de otro. El hijo es persona, el esclavo es cosa. Para el cristianismo», explicó el prelado, «el hombre es libre en tanto que es persona; es libre cuando se reconoce hijo. Ante todo, cuando descubre que es hijo de Dios».

El prelado explicó también que los valores de la libertad y la hermandad en Argentina exigen una pertenencia y una referencia a los orígenes: «Es imposible ser libres sin identidad», destacó. «La identidad de nuestra patria se forjó en la simbiosis de los mejores valores de los pobladores originarios y el rico aporte de la civilización y la fe venidas de España. Estos valores no pueden ser negados. Estos valores no quitan la libertad sino que la fundamentan».

Los valores como fuente de verdadero progreso social

Mons. Pasarell hizo un recuento de los valores constitutivos de la nación argentina, entre los cuales destacó «el respeto incondicionado de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la justicia y la solidaridad, la familia constituida por la unión permanente del varón y la mujer y fundada en el matrimonio, la conquista de condiciones dignas de vivienda, trabajo y salud para todos, de manera que no haya excluidos».

«Desde estos valores es posible el desarrollo y el auténtico progreso. Sin estos valores», advirtió con firmeza, «más que libertad, lo que se consigue es la decadencia, y aún hasta el suicidio de un pueblo». El Vicario explicó que no se pueden superar los vicios de la alcohol y las drogas sin fortalecer las familias, ni defender los derechos humanos si no se respeta la vida de los no nacidos. También recordó que la promoción de la mujer y la infancia no se alcanzan a través del desenfreno y la corrupción de las costumbres en materia de sexualidad. «Sin lugar a dudas, los argentinos nos debemos un serio espacio de reflexión sobre las consecuencias sociales de muchas de nuestras opciones».

Mons. Pasarell concluyó su exhortación animando a los católicos argentinos a un compromiso en favor de la libertad, fundamentada en la verdad, como herencia auténtica de los forjadores de la nación argentina. «Que la libertad, basada en la verdad de la filiación divina y en los valores, sea entonces objeto de nuestra reflexión y fin de nuestros esfuerzos comunes, de cara al Bicentenario de la Independencia que se aproxima», concluyó.

Con información de AICA y Tucumán Noticias.

 

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