San Pablo (Viernes, 01-06-2012, Gaudium Press) La vida consagrada contemplativa es una vocación poco conocida y poco comprendida dentro del mundo de hoy, tan prisionero de sus comodidades, sus libertades de movimientos y su utilitarismo. Y ese desconocimiento existe hasta entre los fieles católicos.
La Jornada Pro Orantibus busca también aumentar el aprecio por la vida contemplativa |
En verdad, las diversas formas de Vida Consagrada son para todo el Pueblo de Dios una gracia con la cual Nuestro Señor nos bendice en cada generación de cristianos que surge a lo largo de los siglos.
Evidentemente son visibles y palpables los trabajos ardorosos y meritorios de los misioneros que practican una evangelización eclesial explícita en medio del mundo. Por ejemplo aquellos trabajos que son realizados con la educación cristiana de los niños y los jóvenes. También es muy visible y admirada la solicitud caritativa para con los pobres, los enfermos y ancianos realizada, por todo el mundo, por innúmeros católicos consagrados. Ellas forman un bello testimonio evangélico.
Existe, sin embargo, una presencia especial y muy peculiar entre los cristianos que la Iglesia Católica desea apuntar y subrayar de un modo especial en la «Jornada Pro Orantibus»: son los contemplativos. Hombres y mujeres que rezan, en el silencio y en la clausura, por la Iglesia y la humanidad.
Para todas las formas de Vida Consagrada ya tenemos una jornada mundial, común, el día 2 de febrero. Para los contemplativos la Iglesia reserva una fecha propia que es celebrada en el domingo de la Santísima Trinidad, el domingo siguiente a Pentecostés, y que la Iglesia celebró ayer. Es una jornada de oraciones que los católicos hacen por aquellos que tienen en la oración y la contemplación toda su acción, su mejor acción.
Es una fecha discreta, silenciosa, instituida en 1959 por el Beato Juan XXIII.
Monjes y Monjas
Monje es aquel que está separado de todos y unido a todos y es así llamado porque conversa con Dios noche y día y no imagina sino las cosas de Dios, sin nada poseer en la tierra. Según San Mauricio, el Egipcio, él es «monje porque, en primer lugar, es solitario, absteniéndose del matrimonio y renunciando al mundo, interior y exteriormente; en segundo lugar, porque se dirige a Dios en la oración incesante, para que Dios purifique su intelecto, y, como tal, se torne monje y solitario en la presencia del Dios verdadero, sin admitir pensamientos del mal».
En la Jornada Pro Orantibus, lo que se hace es rezar por los religiosos y religiosas de vida contemplativa, como expresión de reconocimiento, estima y gratitud por lo que ellos representan y en agradecimiento por el rico patrimonio espiritual que sus institutos, congregaciones y órdenes representan dentro de la Iglesia.
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