domingo, 19 de mayo de 2024
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Los contemplativos y la "Jornada Pro Orantibus"

San Pablo (Viernes, 01-06-2012, Gaudium Press) La vida consagrada contemplativa es una vocación poco conocida y poco comprendida dentro del mundo de hoy, tan prisionero de sus comodidades, sus libertades de movimientos y su utilitarismo. Y ese desconocimiento existe hasta entre los fieles católicos.

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La Jornada Pro Orantibus busca también aumentar el aprecio por la vida contemplativa

En verdad, las diversas formas de Vida Consagrada son para todo el Pueblo de Dios una gracia con la cual Nuestro Señor nos bendice en cada generación de cristianos que surge a lo largo de los siglos.

Evidentemente son visibles y palpables los trabajos ardorosos y meritorios de los misioneros que practican una evangelización eclesial explícita en medio del mundo. Por ejemplo aquellos trabajos que son realizados con la educación cristiana de los niños y los jóvenes. También es muy visible y admirada la solicitud caritativa para con los pobres, los enfermos y ancianos realizada, por todo el mundo, por innúmeros católicos consagrados. Ellas forman un bello testimonio evangélico.

Existe, sin embargo, una presencia especial y muy peculiar entre los cristianos que la Iglesia Católica desea apuntar y subrayar de un modo especial en la «Jornada Pro Orantibus»: son los contemplativos. Hombres y mujeres que rezan, en el silencio y en la clausura, por la Iglesia y la humanidad.

Para todas las formas de Vida Consagrada ya tenemos una jornada mundial, común, el día 2 de febrero. Para los contemplativos la Iglesia reserva una fecha propia que es celebrada en el domingo de la Santísima Trinidad, el domingo siguiente a Pentecostés, y que la Iglesia celebró ayer. Es una jornada de oraciones que los católicos hacen por aquellos que tienen en la oración y la contemplación toda su acción, su mejor acción.
Es una fecha discreta, silenciosa, instituida en 1959 por el Beato Juan XXIII.

Monjes y Monjas

Monje es aquel que está separado de todos y unido a todos y es así llamado porque conversa con Dios noche y día y no imagina sino las cosas de Dios, sin nada poseer en la tierra. Según San Mauricio, el Egipcio, él es «monje porque, en primer lugar, es solitario, absteniéndose del matrimonio y renunciando al mundo, interior y exteriormente; en segundo lugar, porque se dirige a Dios en la oración incesante, para que Dios purifique su intelecto, y, como tal, se torne monje y solitario en la presencia del Dios verdadero, sin admitir pensamientos del mal».

En la Jornada Pro Orantibus, lo que se hace es rezar por los religiosos y religiosas de vida contemplativa, como expresión de reconocimiento, estima y gratitud por lo que ellos representan y en agradecimiento por el rico patrimonio espiritual que sus institutos, congregaciones y órdenes representan dentro de la Iglesia.

 

 

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