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La tormenta solar y los Ángeles de Dios

Redacción (Lunes, 27-08-2012, Gaudium Press) Imagine querido lector, que sentado en su oficina, manejando su computadora, usted termina un trabajo importante. De repente, todas las luces se apagan, incluso la del monitor que usted usa. Situación común en días de lluvia. Sin embargo, no llueve afuera, y un rayo de luz ilumina precariamente el ambiente. Para continuar el servicio, usted intenta prender la computadora, pero no obtiene éxito. La computadora no responde ni con las baterías. ¿Se habrá quemado el disco duro? Hecho, extraño, pues no se oyó ningún trueno.

tormenta solar.jpgUsted se levanta de la mesa, y averigua que, realmente, todo el predio, o mejor, el barrio entero están en «blackout». Todo común, hasta entonces. Cuando usted sale de la sala, sus compañeros de servicio conversan contentos, debido al intervalo forzado por el apagón. El tiempo corre y averiguan que ningún auto funciona. La ciudad entera está parada. Alguien, luego percibe que todos los circuitos electrónicos no funcionan, incluso los celulares. El gerente dispensa del servicio, pero, los elevadores del edificio tampoco funcionan. Usted baja los diez pisos por las escaleras hasta el estacionamiento, en la esperanza de que por lo menos su auto funcione. Nada. Ni siquiera usted consigue entrar en él, pues las trabas eléctricas están impasibles al insistenteapretar en los botones del control remoto.

Usted sale hasta la calle y percibe el desaliento de todos, pues la ciudad está en un verdadero caos. Unos ya se dirigen a sus residencias, a pie, pues, como alguien dijo, el metro está parado. El único motor que funciona es de un auto viejo, un fusquita del 85, que no posee nada de electrónico, sin embargo, el chofer del mismo está desalentado, pues su auto está prisionero en el congestionamiento y nada puede hacer.

A su lado alguien mira hacia el cielo, y cuando usted contempla la bóveda del cielo, ve luces como de auroras boreales. Lilas, verdes y azules lindísimos.

– ¿Qué está sucediendo? ¿Será el fin del mundo?

– ¡No! – responde un conocido suyo que agrega – Es una tormenta solar…

– «Pero, ¿qué es una tormenta solar?»

Su amigo luego le explica: – Antiguamente, los científicos juzgaban que las tormentas solares eran una especie de tempestad de calor en la corona solar, que forma un viento con ondas magnéticas que llegan a la tierra desorganizando su campo magnético. Entretanto, la última tempestad solar de 2006 dejó a los científicos atónitos, pues provenía de una explosión interna del sol, rompiendo todos los paradigmas de estudio en este campo. La historia relata tempestades solares en nuestro planeta, de las cuales las de 1859, 1989, 2005 y 2006 tienen una especial relevancia.

En 1859, se registraron auroras boreales en diversos puntos del planeta, especialmente en Europa, Australia, Japón, EE.UU. y México. El sistema de telégrafo entró en shock. Hecho curioso es que dos operadores constataron que podían mantener la conversación telegráfica, pese a que los aparatos estaban desconectados de la batería. La línea estaba electrificada. No se sabía la causa del acontecimiento, pero los astrónomos luego respondieron que era una tormenta solar, la más fuerte registrada en la Historia.

En 1989, una tormenta solar llegó a la tierra incidiendo más fuertemente en Canadá, donde las computadoras de la Bolsa de Valores de Toronto pararon, interrumpiendo la sesión. Hubo un «blackout» de 9 horas en la provincia de Quebec, por una sobrecarga en la red eléctrica y más de 6 mil satélites salieron de sus órbitas, pues la tormenta solar calentó la atmósfera, dilatándola y absorbiendo algunos satélites de baja altitud.

Este viento que viaja a millares de km por segundo llega a la tierra en cerca de 2 horas, sin embargo, la tempestad de 2005 llegó a nuestro planeta en 15 minutos. Ahora, esta nube, cargada de protones y electrones, altera el campo magnético de la tierra.

La próxima tempestad fue prevista para 2012-2013, según Mausumi Dikpati, del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR) y coincide con el auge del ciclo solar (que dura 11 años), siendo, por tanto, una tormenta solar más fuerte que la última de 1989 y 2006 (que estaba en el vórtice del ciclo solar), aunque no tan amplia como la de 1859. Entretanto, a pesar de ser menos fuerte que la de 1859, la tempestad solar de 2012-2013, tendría efectos mayores en nuestra sociedad, extremamente dependiente de la informática.

La tormenta solar afectaría los chips de computadoras, internet, el sistema GPS, la navegación y funcionamiento de aviones y navíos, sistemas electrónicos de autos, elevadores y alarmas. La red eléctrica podría ser cortada por causa de la sobrecarga, pues estas ondas inducen corriente eléctrica en las líneas de abastecimiento de energía. El problema es que los científicos no pueden prever cuánto tiempo permanecerán los efectos de esta explosión solar. Si dura una decena de horas causará pocos daños, entretanto si dura días, el mundo actual, híper-informatizado puede entrar en un verdadero caos…

El indicio innegable de la tempestad es que las manchas solares desaparecieron. Fue lo que sucedió en 2006 y lo que ocurrió en 2010.

En enero de 2005, una sorprendente tempestad solar alcanzó la Tierra con su máxima radiación 15 minutos después de las explosiones. Normalmente ellas demorarían 2 horas para llegar. Según Richard Mewaldt, del California Institute of Technology, fue la más violenta y más misteriosa tempestad de los últimos 50 años. Los astrónomos quedaron perplejos. El profesor Lin – principal investigador del satélite Reuven Ramaty High Energy Solar Spectroscopic Imager (RHESSI) – así resumió las conclusiones de los estudios que hizo en esta ocasión: «Eso significa que realmente no sabemos cómo funciona el sol». Se rompieron todos los paradigmas de estudio en el campo, sin embargo, este enorme viento no afectó a la tierra de forma tan directa como en 1989 y 1959. ¿Ocurrirá lo mismo en 2012-2013? Es una pregunta que los científicos todavía no pueden responder.

ángel.jpgPuesto que la ciencia duda, recurramos ahora a la Teología. Enseña la Doctrina Sagrada que todos los astros del universo, inclusive el sol, son gobernados por un Ángel. Por tanto, el astro rey, que gobierna todo el sistema solar, y tiene efectos tan benéficos sobre nuestro planeta, es regido por un Ángel de Dios. Los ángeles ejercen poder sobre las cosas materiales. Un único Ángel puede actuar sucesivamente en un río de África o un iceberg de Antártida. Esas acciones o esas influencias son sucesivas y no simultáneas.

Basado en San Agustín y Orígenes, Santo Tomás de Aquino enseña que los Ángeles no solamente gobiernan (como rectores) sobre los astros celestiales, sino también sobre las fieras, fuentes, ríos, mares, montañas, etc. Los Ángeles son gobernadores por esencia, y dominan todo el orden del universo. Toda la fascinante naturaleza que nos rodea es regida por los espíritus Angélicos. El  Profesor Plinio Corrêa de Oliveira observa que ésta es una de las razones por las cuales los paganos creían que había dioses en las rocas, árboles y fuentes, pues, heredaron esta tradición de sus padres, siendo una creencia que se remonta a los inicios de la humanidad.

Los espíritus pueden hacer prodigios, sirviéndose de las fuerzas de la naturaleza, pero no pueden hacer milagros, pues, como enseña Santo Tomás y otros autores, el milagro supera el orden natural. Pues, de hecho, los científicos están encontrando verdaderas maravillas en el estudio de las tormentas solares en el astro rey. ¿No podrán ser causadas por los Ángeles?

Este fenómeno, del cual los científicos registran con bellísimas fotografías, revelan maravillas del Sol hasta entonces desconocidas para el hombre. No solamente demuestran la belleza del universo y la grandeza de la naturaleza creada por Dios, sino también la contingencia del hombre. El ser humano a pesar de «dominar» y «reinar» sobre la naturaleza, siguiendo el mandato del Génesis (Cf. Gn 1, 26), está sujeto a las Leyes del Universo, que es regido por los Ángeles de Dios.

Sabemos que los Ángeles son ordenados, y velan por la gloria de Dios y por el bien del Hombre. Si el Sol viene demostrando esos fenómenos, la hora es oportuna para reconocer esa gran superioridad y rezar a los Ángeles para que protejan nuestro planeta. Aún más, en esta sociedad actual erigida en un sistema tan pasible a los cambios del campo magnético.

Por mí, opto por colocar más esperanzas en los ángeles, que en la estupenda maquinaria electrónica que nos rodea. Los primeros, simplemente, no están sujetos a «blackout»…

Por Marcos Inácio Melo

 

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