viernes, 26 de abril de 2024
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Sacerdote castrense español realiza notable apostolado en Afganistán y Líbano

Madrid (Sábado, 01-09-2011, Gaudium Press) Los resultados de la pastoral castrense del Padre Francisco Muñoz son por lo menos extraordinarios: 53 Confirmaciones, 5 Primeras Comuniones y seis Bautismos en Líbano y 35 Bautismos, Primeras Comuniones y Confirmaciones en Afganistán. Este sacerdote español no se inquieta por las cifras: «Soy un sacerdote muy normal. Esto también lo hace cualquier cura de pueblo».

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El Padre Francisco Muñoz justo a los soldados españoles en Líbano.

Las experiencias que narra el sacerdote tiene un aire familiar, de comunidad. Por ejemplo, a su llegada a Líbano, el P. Muñoz encontró ya edificada una pequeña capilla, pero todavía desprovista de elementos de culto. «Nos faltaba el sagrario, que improvisamos, pues no queríamos vivir sin la presencia de Jesús Sacramentado» relató el Padre a la revista Alfa y Omega, «y teniendo un sagrario donde rezar y almas que salvar, un capellán militar tiene su plan pastoral perfectamente definido».

El Padre Muñoz es sacerdote castrense desde hace 12 años. «Yo siempre quise ser misionero, monje o mártir, y me quedé en militar, que también empieza por ‘m’ y tengo algo de los tres», narró con jovialidad. En la base de Qala-e-now, el sacerdote debe usar un uniforme militar pero no porta armas, pese a contar con autorización para ello.

El ministerio de la Iglesia en las bases militares es desconocido para muchos fieles e incluso incomprendido. Para el P. Muñoz, servir a los fieles membros de un ejército es una expresión de la dimensión trascendente de la Iglesia y desconocer esta obligación sería andar «como enemigos de la cruz de Cristo», utilizando la expresión paulina.

También aclaró que un fiel católico puede legítimamente hacer uso de las armas y eventualmente dar muerte a alguien. «Santo Tomás de Aquino decía que el hecho de defender tu vida puede causar la muerte de un agresor que no deseas», explicó el presbítero. «Y un militar no es militar para matar a nadie, sino para defender la vida, el derecho y la libertad».

Precisamente, los soldados enfrentan día a día el deber de dar la vida en cumplimiento de su misión y el «Páter», como lo llaman amistosamente los soldados, sufrió la muerte de varios de sus fieles en un atentado terrorista en 2009. «Describir lo que siente un capellán, con corazón de padre como todo sacerdote, es harto difícil», expresó. «Sólo las lágrimas, en el altar de la Eucaristía, y la queja confiada: ¿Por qué, mi Señor?, proporciona al alma bálsamo y consuelo».

La adecuada preparación espiritual de sus soldados busca trascender el dolor y el sufirmiento para descubrir el «valor redentor de esa sangre caliente y joven, unida a la sangre del Divino Redentor, como tributo generoso por un mundo mejor y pasaporte directo para el cielo». Para el Padre Muñoz es muy real la posibilidad de la santidad en las fuerzas armadas: «Una vida entregada por los demás purifica una multitud de pecados, llena el alma confiada del creyente de consuelo y de paz».

Con información de ACI Digital y Alfa Y Omega.

 

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