Castel Gandolfo (Lunes, 10-09-2012, Gaudium Press) «El encerramiento del hombre, su aislamiento, no depende solamente de los órganos del sentido. Hay un cierre interior, que dice respecto al núcleo profundo de la persona, aquello que la Biblia llama de ‘corazón’ «. Comentando el Evangelio sobre la cura del sordomudo, el Santo Padre habló sobre la sordera espiritual del hombre, que es una consecuencia del pecado. Benedicto XVI todavía permanece en la residencia de verano de Castel Gandolfo, donde encuentra a las personas para el Ángelus.
Representación de la curación del sordomudo |
En la tradicional reflexión antes de la recitación de la oración, el Papa se concentró en el significado de la palabra «effatà – ábrete» que «resume en sí toda la misión de Cristo». Porque su misión fue aquella de «liberar, para tornarnos capaces de vivir plenamente la relación con Dios y con los otros».
El Señor «se hizo hombre para que el hombre, que se tornó interiormente sordo y mudo por el pecado, se torne capaz de escuchar la voz de Dios, la voz del Amor que habla a su corazón, y así aprenda a hablar, a su vez, el lenguaje del amor, a comunicarse con Dios y con los otros».
Benedicto XVI recordó que aquel gesto y las palabras de Cristo de la cura del sordomudo, antes cerrado y aislado por la imposibilidad de comunicación, fue traído al rito del Bautismo, «como una de las señales que explican su significado: el sacerdote, tocando la boca y las orejas del nuevo bautizado dice: ‘Effatà’, pidiendo que pueda luego escuchar la Palabra de Dios y profesar la fe».
Con aquel gesto Jesús «evoca el itinerario de conversión por el cual se llega a la confesión de la fe auténtica, proclamada con los labios y profesada en el corazón», observó el Papa en el saludo en lengua española.
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