Seattle (Martes, 25-09-2012, Gaudium Press) Un extraordinario acercamiento a la belleza y su efecto en la mente y el alma humanas fue expuesto en una entrevista concedida por Margaret Laracy, doctora en Psicología, al informativo norteamericano National Catholic Register. La doctora, profesora asistente del Instituto de Ciencias Psicológicas de Arlington, en conversación con el escritor Trent Beattie, profundizó sobre su experiencia en el estudio de la belleza y sus muy positivos efectos sobre la psicología humana que, sostiene, son apreciables incluso en el ejercicio clínico.
Por ser un tema que consideramos de notable interés para nuestros lectores, traducimos el texto íntegro de sus declaraciones, cuyo texto original en inglés está disponible en National Catholic Register y puede ser consultado a través de este enlace.
Catedral de Notre Dame, en Montreal. |
Trent Beattie: ¿Cuando comenzó a interesarse en el posible efecto de la belleza sobre la salud mental?
Dra. Margaret Laracy: Mi interés en la influencia de la belleza sobre la salud mental surgió en la escuela de pregado del Instituto para las Ciencias Psicológicas. Escuché una serie de conferencias del filósofo Kenneth Schmitz en las cuales abordó la relación entre las cualidades trascendentales del ser (verdad, bondad, unidad y belleza) y la práctica de la psicología. Esto verdaderamente capturó mi atención – en parte porque había escuchado muy poco sobre el tema anteriormente. En particular, me impactó que no conocía ningún lugar de la psicología donde la belleza – entendida en su profundidad – y su rol en la salud humana hubiera sido abordada de una forma directa y consciente.
Además de mi entrenamiento en psicología, se me ha ayudado a apreciar el gran valor de la belleza, primero que todo a través de la educación de mis padres. Las enseñanzas del Papa Benedicto XVI sobre el tema también han tenido un gran impacto sobre mí. Me parece que el suyo es un pontificado de la belleza. El difunto Mons. Luigi Giussani (quien fundó el movimiento laical Comunión y Liberación) también ha sido crucial para ayudarme a ver toda la belleza como un signo del Único, quien es la belleza. Dadas estas influencias, y después de escuchar hablar al profesor Schmitz, quise profundizar la relación entre la belleza y mi propio trabajo como psicóloga.
En mi investigación, encontré estudios empíricos que mostraban que la exposición a la belleza natural es saludable y mejora la salud física y mental. También hay beneficios de salud en la exposición a la belleza artística, como la expresada en la pintura y la música. Me hice cada vez más atenta a cómo las variadas formas de belleza pueden ayudar a curar la persona humana, particularmente en términos de la curación psicológica.
TB: Una definición uniforme de belleza elude a la mayoría de la gente. ¿Qué es exactamente la belleza?
ML: Podría ser útil hablar un poco de lo que la belleza no es – o a lo que no está limitada. Muchas personas piensan sobre la belleza en términos sentimentales o superficiales. Esas reducciones separan la belleza de la verdad. El encuentro con la belleza llega a través de los sentidos pero no está limitado a lo que está en la superficie de las cosas o lo que es sentido.
La belleza vincula la razón. Es un deleite de la razón. La belleza puede ser descrita como la inteligibilidad atractiva de un objeto. De modo que la belleza es una cualidad de un objeto, pero está actualizada en el encuentro entre el objeto y el sujeto que lo percibe, en una relación.
Usted puede ver dos aspectos de la belleza: el objetivo y el subjetivo. El aspecto objetivo se relaciona a lo que es percibido (el objeto), mientras que el aspecto subjetivo se relaciona con quien percibe (el sujeto). Mientras algo puede ser increíblemente bello, la persona no receptiva puede no apreciarlo. De igual forma, la belleza de otro objeto puede ser poco inteligible, pero para una persona que es receptiva y sintonizada, la manifestación de la belleza se hace aparente. Quien está dispuesto a la belleza puede disfrutar constantemente su deleite porque todo en la creación tiene algo de belleza.
Santo Tomás de Aquino nombra tres condiciones de la belleza: claridad, armonía e integridad. La claridad es lo que llega primero a través de nuestra experiencia sensible, cuando notamos la distintiva iluminación – la luminosidad – comunicada por un objeto. Por ejemplo, los colores brillantes de una flor inicialmente llaman nuestra atención. También experimentamos la armonía, o el recto ordenamiento de las partes. La armonía de una flor está expresada en el tamaño y disposición de los pétalos en el tallo de una flor. Todo esto está sintetizado en una configuración completa, y en esto se muestra el tercer aspecto de la belleza: la integridad. El todo del objeto motiva el reposo y la contemplación, en lugar de la agitación y la angustia. Hay una sensación restauradora de sentirse «en casa». En este descanso, sin embargo, hay también una apertura a más que continúa llamándonos.
Estas condiciones, de todas formas, no son estáticas ni rígidas, sino que se aplican de formas diferentes, dependiendo del objeto. Quienes son expertos en cierta habilidad o práctica frecuentemente están bien equipados para reconocer la belleza presente en su propio campo. Es posible reconocer la belleza de un edificio bien estructurado – especialmente si usted es un arquitecto – o una jugada bien ejecutada en los deportes – especialmente si usted es un atleta. Es una cosa muy común escuchar a alguien hablar de un «bello tiro» o una «bella jugada» en el contexto deportivo, y este juicio es preciso cuando alguien es testigo de la correspondencia entre cómo un tiro o una jugada debería verse y cómo está teniendo lugar frente a sus ojos. Las cosas están ordenadas rectamente, y el todo del objeto o las acciones se unen, comunicando algo verdadero en una forma que produce una respuesta de deleite.
TB: ¿De manera que la belleza no es «no científica», sino un tipo real de conocimiento?
ML: Si, la belleza es un tipo de conocimiento, pero se diferencia del conocimiento científico. Un problema moderno que tenemos es que concebimos el conocimiento como limitado a lo científico y lo lógico, reduciendo los modos poéticos de conocimiento a sentimiento y excluyéndolos del reino de la razón.
La belleza comunica una inteligibilidad que no es reducible a propiedades científicas. Por ejemplo, ver una rosa y apreciar su belleza es conocerla. Yo puedo no saber nada de lo que un botánico podría compartir conmigo sobre las propiedades orgánicas de la flor. Sin embargo el conocimiento que tengo de la rosa es genuino. De hecho, si hubiera estudiado botánica y supiera todos los datos sobre las rosas, pero nunca hubiera visto y apreciado una rosa, mi conocimiento de ella – a pesar de ser científico – sería incompleto.
En vez de ser teórico o distante, como lo puede ser adquirir el conocimiento de segunda mano en un salón de clase, un encuentro con la belleza es de primera mano e influye sobre toda la persona. Un juicio de belleza siempre está basado sobre la experiencia. El amor está relacionado, pero es un amor que no posee.
Tal vez uno de los problemas en aceptar la belleza como un camino de conocimiento es la tendencia a concebir el conocimiento como algo que aferramos y poseemos, más que una relación en la cual entramos. En este último sentido, el conocimiento se abre al misterio de las cosas, evocando admiración hacia la creación y hacia Aquél a quien todo apunta.
TB: ¿Cómo puede la belleza ayudar a alguien a ser más saludable mentalmente?
Muchos síntomas psiquiátricos con los cuales luchan las personas en realidad los vuelcan sobre sí mismos, y la belleza los saca de sí mismos, hacia la relación con la realidad. Por ejemplo, la depresión está marcada por la tristeza, el letargo, la culpa y la inhabilidad para concentrarse. Una tendencia al pensamiento negativo y la rumiación están presentes, lo que puede llevarlo a uno a enfocarse hacia dentro. En lugar de abrirse al esplendor del ser, la persona deprimida está frecuentemente cerrada a él. La belleza, sin embargo, puede colarse y atraer a la persona fuera de los recintos oscuros de su mente hacia la relación con la positividad del ser. Este proceso puede dar curación y ayudar a restaurar una persona para unas relaciones más saludables con Dios, con otros y consigo mismo.
Cuando el ejemplo de la depresión es tenido en cuenta, es más fácil de ver que parte de la misma definición de la salud mental está siendo abierta a la belleza. Una persona psicológicamente saludable puede participar más fácilmente de lo bueno, lo verdadero y lo bello. No está bloqueada para ver que hay un orden en el mundo y un sentido para la vida – verdades que disipan las creencias negativas.
TB: ¿Se requiere humildad para la apreciación de la belleza?
Creo que sí. Se necesita cierta humildad para ser sacado de sí mismo, para admitir que hay algo más allá de mí mismo que merece dedicarle atención, de lo que puedo obtener algo. Esto es donde el aspecto subjetivo del proceso está realmente enfatizado. No es solo un asunto de tener belleza a nuestro alrededor, sino de ser perceptivos de ella. Hay una relación activa teniendo lugar.
Además, también es inherente a la bella la gratitud. Cuando experimentamos el deleite de ser extraídos por la belleza, no podemos evitar ser agradecidos por ello porque hemos ganado algo. La belleza es un regalo para quienes están preparados para recibirla.
(Fin de la primera parte. La segunda parte se puede consultar mediante este enlace)
Con información de National Catholic Register.
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