Roma (Martes, 13-11-2012, Gaudium Press) El notable experto en música sacra y uno de los dos ganadores del Premio ¡Bravo! 2012 de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Valentí Miserach expresó en una entrevista la importante función de la música litúrgica y su deseo de una mayor disciplina frente a su uso. El sacerdote expresó el deber de excelencia de la música litúrgica: «Si está mal hecha no es música, y para que pueda ser música litúrgica primero tiene que ser música».
Mons. Valentí Miserach. |
Mons. Miserach, quien es Maestro de Capilla de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma y exdirector del Instituto Pontificio de Música Sacra, fue entrevistado por Zenit con motivo de su reciente galardón y explicó la importancia de su ministerio. La música, explicó, «no es un añadido de la liturgia, es parte integrante de la misma, tiene que cantarla el sacerdote, el obispo». Como todos los componentes de la liturgía, este arte debe ser cuidado con esmero y perfección.
«La música litúrgica tiene que tener tres características», continuó explicando el sacerdote: «Primero, la santidad, y hasta la gente más sencilla se da cuenta. Después la bondad de formas, que sea arte de verdad, aunque sencilla, pero tiene que ser arte. Y la tercera la universalidad, que sea apta para todos». En este sentido, el premiado experto destacó que la música litúrgica no se compone de forma especializada para ciertos públicos (niños, abuelos) sino atendiendo a su elevado fin del culto divino.
Como ejemplo claro de este servicio del arte a la adoración, Mons. Miserach propuso el canto gregoriano, totalmente especializado en el culto. «Un concierto de canto gregoriano está bien pero su contexto es la liturgia», comentó. «Del canto gregoriano nació la polifonía, si bien antes era más bien una exhibición de virtuosismo (…), mezclando los textos sin preocuparse mucho del culto del Señor. A tal punto que se decía que el Concilio de Trento lo iba a suprimir. En cambio en Trento dijeron sí a la polifonía pero purificada», recordó.
En otros momentos de la historia se sumaron otros tipos de música, como la ópera, lo cual motivó la creación del Instituto de Música Sacra, tras la intervención en el tema por parte de San Pío X en 1903. El experto lamentó que en la actualidad no se cumpla lo establecido por la Iglesia en esta materia, incluso en el Concilio Vaticano II.
«El Concilio, en su doctrina, no hace más que reforzar lo que dijo san Pío X» afirmó Mons. Miserach. «Ha sido no una mala interpretación, sino una no aplicación de lo que dijo. Si usted agarra el capítulo sexto en la constitución de liturgia dice lo contrario de mucho de lo que está haciendo la gente hoy». A este descuido y abandono de la música litúrgica, cuya excelencia y santidad comunican y ayudan a la fe, el sacerdote atribuyó otras dificultades eclesiásticas actuales: «Por esto muchas iglesias están vacías, no quieren escuchar, piensan que tocando guitarra van a atraer a la juventud».
Sobre este fenómeno, advirtió que está causado principalmente por el desconocimiento: «nosotros, en los países latinos, no habíamos hecho nada (en cuanto al desarrollo de una tradición musical litúrgica propia) y empezó así a salir gente improvisada que confundió la música sacra con la ligera», explicó. «Si bien la ópera era música de teatro sin ningún sabor religioso, al fin y al cabo era música bien hecha. Ahora lo que se canta a veces no es ni siquiera música».
Para solucionar esto, el experto propuso la creación de un organismo pontificio que guiara «con autoridad» el uso de la música litúrgica «a cada diócesis, a cada conferencia episcopal y a quienes tienen su sección de música». Según el sacerdote, en el campo de la música sacra «hay una anarquía total», que permite el descuido o el total abandono del arte.
Finalmente, Mons. Miserach pidió retornar a la formación en los Seminarios, ya que «hay que lamentar una casi total ausencia de estudio no sólo de la música sacra, sino de la música». En épocas anteriores, el régimen de internado y el tipo de formación facilitaba el desarrollo de este conocimiento y su correcta práctica, lo cual ha cambiado por completo. «El problema de base es que no se considera la música litúrgica como algo verdaderamente serio e importante, bastan unos rasgueos de guitarra», concluyó. «Sería necesario un cambio de mentalidad, una «conversión» al verdadero espíritu de la Iglesia».
Con información de Agencia Zenit.
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