jueves, 25 de abril de 2024
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Los obreros de la paz hacen crecer la humanidad según los designios de Dios, destaca Benedicto XVI en el primer Ángelus de 2013

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 02-01-2013, Gaudium Press) Con votos de un Feliz Año Nuevo, Benedicto XVI saludó ayer a los fieles en el primer Ángelus del 2013. «En este primer día de 2013 me gustaría hacer llegar a cada hombre y mujer en el mundo la bendición de Dios», dijo el Papa el 1º de enero, que hace 45 años es celebrado como el Día Mundial por la Paz.

La luz de Dios es «el sol y una bendición» para la humanidad, es como la luz y el calor para la tierra. El Santo Padre en la tradicional reflexión antes del Ángelus, explicó el misterio de la Encarnación: «En el breve tiempo de su vida terrenal, Jesús de Nazaret hizo resplandecer el rostro de Dios sobre la Tierra Santa; y después, a través de la Iglesia animada por su Espíritu, extendió a todas las personas el Evangelio de la Paz».

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El Sumo Pontífice en la primera audiencia general del Año

Foto: Radio Vaticano

Las palabras del canto de los ángeles del Evangelio de San Lucas: «Gloria a Dios en lo más alto de los cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad», es hoy «el canto de los cristianos bajo todo el cielo, un canto que de los corazones y de los labios pasa a los gestos concretos, a las acciones de amor que construyen diálogo, comprensión y reconciliación», explicó el Papa.

Benedicto XVI, en virtud del Día Mundial por la Paz, resaltó que Jesús es el Príncipe de la Paz. En las «Bienaventuranzas», afirmó «bienaventurados los obreros de la paz, porque serán llamados hijos de Dios». Por eso, los obreros de la paz son «todos aquellos que en el día a día buscan vencer al mal con el bien, con la fuerza de la verdad, con las armas de la oración y del perdón, con el trabajo honesto y bien hecho, con la investigación científica al servicio de la vida, con las obras de misericordia corporal y espiritual». Los obreros de la paz, prosiguió el Papa, «son tantos, pero no hacen alarde, son como el fermento en la masa, hacen crecer la humanidad según los designios de Dios».

Al final de la oración, el Santo Padre hizo saludos a los fieles en varias lenguas; en español él destacó: «En esta Solemnidad de la Virgen Santísima, quiero extender mi sincero afecto a todos aquellos que, inspirados en la Palabra de Jesucristo, Luz de todos los pueblos, se esfuerzan para construir un mundo más justo y fraterno, más digno del hombre y en el cual no haya espacio para la guerra, para las enemistades y discordias. Recomiendo esta noble causa a las manos amorosas de la Virgen Santísima, Reina de la Paz. Feliz Año Nuevo».

En portugués, el Santo Padre resaltó: «A todos los pueblos y naciones de lengua portuguesa, a sus hogares y comunidades, a sus gobernantes e instituciones, deseo la Paz del Cielo que hoy vemos reclinada en los brazos de la Virgen Madre. ¡Feliz Año Nuevo!».

 

 

 

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