viernes, 22 de noviembre de 2024
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Obispo de Phoenix destaca beneficios de promover el sacramento de la Penitencia

Phoenix (Lunes, 28-01-2013, Gaudium Press) Siguiendo el propósito de la Iglesia de Estados Unidos de hacer un llamado especial al retorno al sacramento de la Penitencia durante el próximo tiempo de Cuaresma (ver nota anterior), Mons. Thomas olmsted, Obispo de Phoenix, redactó una Carta Pastoral que, bajo el título de «Apóstoles de la Misericordia», profundiza sobre el compromiso de los sacerdotes en la celebración y la promoción de del sacramento de la reconciliación .

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Mons. Thomas Olmsted, Obispo de Phoenix.

«En medio de este Año de la Fe y el llamado renovado a la Nueva Evangelización», invitó Mons. Olmsted, «es adecuado considerar la experiencia de misericordia que nos ofrece Cristo en el Sacramento de la Reconciliación a los sacerdotes para nuestra propia santificación y, a través de nuestro ministerio, a aquellos a quienes tenemos el privilegio de servir». La Carta Pastoral analizó tres aspectos del ministerio en torno al sacramento: el rol del sacerdote como apóstol de la misericordia en la predicación, la experiencia del presbítero como penitente, y, por último, como confesor.

Apostolado de la Misericordia

El primer aspecto destacado por el Obispo fue la misión recibida por los sacerdotes de hacer disponible el don de la divina misericordia ofrecida por el Señor. La Penitencia renueva «el llamado bautismal a la santidad» e invita a «vivir una fe cada vez más vibrante y personal». Además, es la preparación requerida para el sacramento de la Eucaristía, «verdadero y fructífero contacto con Jesucristo, sin el cual no podemos hacer nada». Mons. Olmsted recordó que el recurso frecuente a este sacramento no es «una opción entre muchas» sino «la única forma segura que Cristo nos dio para perdonar los pecados mortales después del Bautismo». Por esta razón la promoción de la confesión frecuente y devota nunca puede dejar de dar fruto.

Varias ventajas de la promoción del sacramento de la Penitencia fueron destacadas por el Obispo de Phoenix. A través de este llamado los sacerdotes promueven «la auténtica fe en el poder de Cristo de perdonar, sanar y renovar a su pueblo», afirmó el prelado. También destacó que este apostolado es una oportunidad para formar a los fieles sobre la realidad del pecado, conocimiento cada vez más necesario ya que la ignorancia sobre la naturaleza caída del hombre «da lugar a serios errores en la educación, la política, la acción social y la moral».

Un tercer beneficio señalado por el Obispo es la comprensión de la economía sacramental de la vida de la Iglesia, ya que se predica la necesidad del sacerdote y el sacramento, superando «ideas incompletas que no tienen en cuenta el plan amoroso de conversión y transformación que Cristo mismo nos ha dado». predicar sobre la confesión es una oportunidad para la clara catequesis y la invitación a una experiencia de primera mano de la bondad de Dios.

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San Pío de Pietrelcina, extraordinario confesor invocado omo intercesor para la promoción de la Penitencia en la diócesis de Phoenix.

La Confesión, refiere Mons Olmsted, permite evitar dos errores comunes: la minimización del pecado que hace creer innecesaria la búsqueda de la misericordia o la exageración del poder del pecado que «reduce la esperanza en el poder infinitamente mayor del amor de Cristo». La proclamación sobre la verdad del pecado permite que el fiel se acerque a sacramento con «honestidad, humildad y confianza». Por último aspecto de este punto, el Obispo recordó que la confesión frecuente es recomendada por la Iglesia y la experiencia de los santos, y es un medio fundamental para incrementar la virtud y reducir los vicios.

Mons. Olmsted recordó que parte importante del apostolado de la Penitencia es disponer de tiempos y lugares suficientes para la celebración del sacramento y destacó la importancia de los confesionarios como lugares idóneos para este fin: «las Iglesias católicas tiene la venerable tradición de construir confesionarios bellamente adornados», comentó. Más allá de ser un lugar, estos elementos «deberían ser expresión clara de la importancia de este sacramento en la vida cristiana». El obispo recordó que los confesionarios, de acuerdo a la ley canónica, deben proveer una membrana de separación para bien del sacerdote y el penitente.

Sacerdotes: penitentes y confesores

Mons. Olmsted recordó a los sacerdotes que ellos deben ofrecer un testimonio personal del recurso frecuente a este sacramento. «En nuestras vidas cotidianas, recordamos nuestra propia necesidad de la misericordia que ofrecemos a los fieles», recordó el Obispo. Confesarse ayuda a los sacerdotes a «crecer en nuestra capacidad de ser confesores semejantes a Cristo. Habiendo sido motivados nosotros, podemos dar valor a quienes están en aflicción», comentó.

Sobre la administración del sacramento, el prelado pidió a los sacerdotes tener presente la doble dimensión de su labor como ministros de la misericordia y como ministros de la justicia. «El rito nos motiva a acoger al penitente con con caridad fraterna y, si es necesario, dirigirnos a él con palabras amistosas», recordó. El Obispo aconsejó renovar en los fieles la confianza en Dios y ejercer el ministerio con sentido paternal, destacando la «claridad, gentileza, prudencia y calidez genuina» con quien recibe el sacramento.

De otro lado, de acuerdo con la Justicia Divina, el sacerdote debe exhortar al penitente a una conversión profunda. para esto Mons. Olmsted aconsejó proclamar la Palabra de Dios al penitente, asistirlo para una confesión más completa, y motivar un arrepentimiento sincero. «Cuando es necesario, hacemos preguntas y damos consejos prácticos e instrucción sobre los deberes de la vida cristiana». El prelado afirmó que la prudencia dicta a cada sacerdote sobre la cantidad de consejos que debe dar al penitente, y recomendó generar espacios fuera de la confesión para la guía más completa de las almas en aspectos no directamente objeto del sacramento.

Como conclusión de su Carta Pastoral, Mons Olsmted pidió tener un acercamiento unificado y consistente a este sacramento para lo cual destinó un tiempo especial de reflexión. El prelado solicitó que «dediquemos las tres primeras semanas de Cuaresma a la predicación sobre la Confesión», de manera similara como se realizó una formación de los fieles ante la reciente traducción del Misal Romano. «Tenemos una oportunidad para llevar a la vida de los fieles de nuestra diócesis un renovado amor por este sacramento».

El Obispo concluyó su carta encomendando a la Santísima Virgen, Madre de la Misericordia, a San Juan María Vianney (el Santo Cura de Ars) y a San Pío de Pietrelcina el fruto espiritual de la campaña sobre el sacramento de la Penitencia.

 

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