viernes, 26 de abril de 2024
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"La razón de nuestra auténtica realización está en Cristo", afirma obispo de Frederico Westphalen, Brasil

Frederico Westphalen (Martes, 04-06-2013, Gaudium Press) Mons. Antônio Carlos Rossi Keller, obispo de la diócesis de Frederico Westphalen, en Río Grande del Sur, abordó en un artículo el tema «Jesucristo, nuestro Salvador», donde recalca que el desarrollo de nuestra vida de cristianos, que tiene como objetivo final la santidad, sucede progresivamente y es, antes que nada, acción de la Gracia, obra del Espíritu Santo.

2.jpgEste crecimiento, según el prelado, ocurre siempre en la Comunidad de la Iglesia, que tiene como finalidad ser un instrumento que nos conduzca con seguridad por este camino. Para él, hoy tenemos consciencia clara respecto a esto, pero al inicio de la Iglesia hubo una discusión respecto a quién podría o no formar parte de la comunidad de los seguidores de Jesús. Muchos cristianos de tradición judaica querían obligar a los no judíos que deseaban ingresar a la Iglesia, a pasar por las ceremonias del judaísmo, especialmente la circuncisión, como una señal de consagración a Dios, en la observancia de la Ley de Moisés.
Mons. Antônio explica que la palabra de Dios del último domingo, especialmente la segunda lectura (Carta a los Gálatas 1,1-2.6-10) y el Evangelio (Lucas 7,1-10), nos enseñaron esta lección fundamental: Jesucristo es el único y definitivo mediador de la salvación para toda la humanidad.

Según el obispo, la actitud de Jesús, descrita en el Evangelio, que alaba la fe de aquel oficial romano, expresa esta realidad: Jesús es enviado a todos, y encuentra, incluso entre los paganos, gente capaz de acoger su Persona y su Evangelio.

De acuerdo con el prelado, San Pablo percibe que, la opinión de los cristianos judaizantes, intentando imponer a los demás la adhesión a la Ley y a las costumbres judaicas, significa la pérdida del verdadero espíritu de libertad del Evangelio, el riesgo de que entre los cristianos se acepte la forma de vida farisaica… Dentro de la visión de aquellos cristianos, intentando imponer sus costumbres a todos, Jesucristo y su Evangelio se tornan inútiles: lo que cuenta, es la Ley.

La justificación y salvación no son conquistas humanas

«Las consecuencias de este principio son funestas: la justificación y la salvación son conquistas humanas. Los judíos, con su mentalidad legalista, no se sentían pecadores, necesitados de la Gracia y de la Salvación. Por tanto, Jesucristo y su Evangelio se vuelven innecesarios. Ahí está la muerte del cristianismo», evalúa.

Para Mons. Antônio, San Pablo contesta fuertemente esta visión, enseñando que la salvación es obra de Dios: es Gracia, don inmerecido. Según él, del ser humano lo que se exige es la colaboración, pero la iniciativa de la salvación es de Dios, por medio de Jesucristo. Además de eso, afirma el obispo, todos tienen la necesidad de la salvación: no solo los paganos, sino también los judíos, sometidos a la Ley de Moisés.

«Lo que San Pablo enseña es que el cumplimiento de la Ley no modifica el ser humano. Quien de verdad cambia y transforma al hombre es Cristo y Su Gracia. Todos somos pecadores, judíos o paganos, esclavos o libres, y por tanto, todos necesitamos de la Gracia salvadora obtenida para nosotros por Cristo».

Por último, el prelado cree que también hoy, el riesgo de la disminución de la certeza de la centralidad de Cristo y de la necesidad de la Gracia para la salvación es grande: el ser humano puede engañarse, colocando su seguridad en la técnica, la ciencia, la violencia, la sexualidad, las drogas y tantas otras propuestas de «mediaciones» para obtener la felicidad, la paz y la alegría.

«Es preciso tener siempre viva la sabiduría de jamás dejarse ilusionar. Las realidades humanas justas, sirven para ayudar, para colaborar en la edificación de una realidad humana mejor. Pero el sentido de nuestra vida, la razón de nuestra auténtica realización como seres humanos está en Cristo y en su Gracia salvadora», concluye el obispo. (FB)

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