sábado, 23 de noviembre de 2024
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"El arma para combatir la tentación de la soberbia es la humildad", afirma el Obispo de Frederico Westphalen, Brasil

Frederico Westphalen (Miércoles, 29-08-2013, Gaudium Press) Mons. Antonio Carlos Rossi Keller, Obispo de la diócesis de Frederico Westphalen, en el estado de Río Grande del Sur, Brasil, en su más reciente artículo habla sobre la humildad, virtud fundamental para todos los cristianos.

Él recuerda que al inicio del siglo II antes de Cristo, cuando la cultura helénica invadía Palestina, y comenzaba a minar la cultura y los valores tradicionales del Pueblo de Dios, muchos judíos incluyendo miembros de familias de origen sacerdotal, se dejaron seducir por el brillo del paganismo, con todos sus errores y corrupción, y abandonaban los valores en que habían sido educados.

«Ben-Sirá, orgulloso de su Fe, y consciente del peligro que el Pueblo de Dios enfrentaba, escribe el texto proclamado en la primera lectura de este Domingo. Esta tentación es actual. Hoy, como ayer, muchos cristianos son tentados a juzgar que la Ley de Dios está anticuada, fuera de moda, y se alejan de la fidelidad al Señor», dijo.

Según el prelado, ser moderno, actual, proceder como los otros proceden, es una tentación peligrosa, inspirada en el orgullo. Él agrega que es también una tentación de los cristianos de hoy, que se dejan arrastrar por la soberbia de parecer modernos, y resucitan vicios antiguos de la Grecia y la Roma pagana.

«Quien es fiel a las enseñanzas de Jesucristo -proclamadas por la Iglesia- no está desactualizado. El arma para combatir esta tentación de soberbia está en la humildad, como indica el autor sagrado. La Sagrada Escritura nos enseña que la humildad es indispensable: Hijo, en todas tus obras procede con humildad».

Otra cuestión reflexionada por el Obispo es que la humildad es la verdad, pues nos lleva a aceptarnos como somos y a vivir felices en nuestra condición. Mons. Antônio afirma que somos pequeños y, fundamentalmente, todos iguales. Para él, no hay súper personas, porque todas son iguales en dignidad, responsabilidad y libertad, y aquellos que recibieron más talentos para administrar tendrán que dar cuentas de su administración.

«Todo lo que tenemos, desde la vida hasta las otras posibilidades que ella nos proporciona, es un puro don de Dios. Por eso, nos pregunta San Pablo: ¿Qué tienes que no hayas recibido? ¿Y si lo recibiste, por qué te enorgulleces, como si no lo hubieses recibido? El demonio hace a las personas como el viento a los papeles y las hojas secas de las plantas: las levanta en el aire y las lleva, después, para donde quiere, arrastrándolas por el piso», destaca.

Mons. Rossi Keller además resalta que la humildad sirve para abrirnos los ojos: «Cuanto más importante eres, más debes humillarte». Según él, el orgullo nos ciega, contra toda la evidencia y nos lleva a ver ofensas a nuestra persona en todas partes, más allá de hacernos alimentar imágenes falsas, ilusorias, acerca de nosotros mismos.

«Presumimos sabiduría y cualidades que no tenemos. Es como si anduviésemos con unos anteojos cuyos lentes fuesen espejos. Solo nos veríamos a nosotros mismos y siempre mayores de lo que somos, porque nos vemos muy de cerca. El orgullo ciega a las personas de tal modo que, a veces, toda gente ve que una persona sigue por un camino equivocado, en el cual encontrará la ruina, menos ella», completa él.

Por último, Mons. Antônio refuerza que la humildad es una virtud…simpática y que si somos humildes seremos más estimados que el hombre generoso. Según él, la soberbia aleja a las personas y ella misma cree que es más importante cuando está en destaque. Es más, analiza el prelado, la persona dominada por el orgullo se coloca en un pedestal tan alto -juzga así que es- que nadie la alcanza.

«Recurre a medios exteriores a la persona para firmar una superioridad que no existe: un auto de marca, un modo de vestir, alarde de hazañas o lugares donde pasa vacaciones, entre otros. La humildad es naturalidad. Como está perfectamente en su lugar, no llama ni quiere llamar la atención de los otros», concluye. (FB)

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