sábado, 27 de julio de 2024
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El Cardenal Rouco Varela preside Homenaje a la Patrona de Madrid, la Virgen de la Almudena, en la Cuesta de la Vega

Madrid (Jueves, 31-10-2013, Gaudium Press)Una nueva imagen de la Virgen de la Almudena, patrona de Madrid preside la Cuesta de la Vega, en el centro de la capital de España, desde la noche del martes pasado.

El acto que fue presidido por el Cardenal Arzobispo de Madrid, D. Antonio María Rouco Varela, acompañado de dos de sus Obispos auxiliares y del Vicario episcopal para actos públicos. Comenzó con la bendición de la nueva imagen y de la hornacina, que la acogerá a partir de ahora. Esta hornacina está situada en el lugar donde asegura la tradición estuvo escondida durante siglos la antigua imagen de la Virgen de la Almudena. A continuación, la imagen de la Virgen recibió las muestras de veneración popular de las gentes de Madrid.

Según informó la Oficina de Medios de Comunicación Social del Arzobispado de Madrid, «durante los últimos años la devoción a esta advocación de la Virgen ha ido consolidándose en las nuevas generaciones madrileñas y entre muchas personas que han venido a vivir a la capital desde diversas regiones y países. Son numerosas las mujeres que llevan su nombre. Con la nueva talla, una imagen de la Virgen de la Almudena, se repone en la Cuesta de la Vega en el lugar en que ha estado siempre. La anterior, muy deteriorada, fue retirada hace unos años, con motivo de la construcción del edificio del Museo de Colecciones Reales de Patrimonio».

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Narra la tradición, que la imagen de la Virgen de la Almudena fue escondida por los cristianos que vivían en el antiguo Magerit ante el avance musulmán. Y así permaneció durante siglos, hasta que en el año 1085, durante la conquista de la ciudad por el Rey Alfonso VI, fue encontrada en uno de los cubos de la muralla cercana a la llamada puerta de la Vega.

El Cardenal D. Antonio María Rouco Varela expresó que «la Virgen de la Almuedna vino de visita a Madrid hace mucho tiempo, casi más de un milenio, y aquí quiso encontrar a sus hijos. Se preparó de algún modo una casa, una casa no de piedra, sino de corazones, de los corazones, de los creyentes, de los católicos de Madrid en el primer milenio de la era cristiana. Y con el paso del tiempo la Virgen, se encontró con una gran casa construida para ella, que es la Catedral. Pero como no quería estar demasiado encerrada en la casa dijo: ‘me coloco fuera’. Y está aquí en la Cuesta de la Vega, viéndolos, cuando suben la Cuesta de la Vega, como los ve -simbólicamente hablando- cuando suben las cuestas de la vida, que son a veces muy difíciles de vencer y de superar. Y también es bueno que los madrileños acudan a visitarla a Ella, no solo rezando cuando suben aquí por la Cuesta, sino cuando van a la Catedral y allí dentro también la encuentran y la veneran».

«Además en la Catedral, está presente en la Eucaristía su Hijo. Y la visita queda muy perfecta, muy redondeada. A la Virgen no se le puede venerar sin su Hijo. Es madre nuestra porque es Madre de Cristo. El Hijo de Dios que se hizo hombre por nosotros. Mas aún, Ella nos dio al Hijo de Dios, haciéndolo suyo, hijo del hombre, y así pudiendo estar con nosotros los hombres. Ella no tiene otra gracia ni otro amor que el de su Hijo. Y cuando uno acude a Ella sabe que esa gracia y ese amor lo tiene asegurado».

Recordó además el Cardenal que «el Concilio Vaticano II habla de que, de algún modo, Ella es mediadora de todo cuanto el Hijo hace. Pues así es y siempre nos quiere en sus problemas, en las dificultades de la vida, las del alma en primer lugar, pero también las demás, pues al acudir a la gracia y al amor de Dios, uno sabe que tiene que buscarla a Ella».

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Catedral de la Almudena / Foto: Víctor Domingues

«Y siempre que la felicidad nos embarga, más o menos permanentemente, más o menos intermitentemente; a veces parece que nos ha olvidado, pero en cualquier caso siempre podemos cantar con Ella y como Ella: ‘Mi alma engrandece al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador'», continuó el purpurado.

«Que este acto permita que todos los que pasen por aquí puedan mirarla, puedan dejarse conquistar por Ella y dejen abierta la puerta del corazón, para que su Hijo entre en el alma y en el corazón de los que pasan por aquí, y también para que Madrid sepa que la Virgen la ha visitado y esa visita permanece viva y abierta, mostrándose no solo a través de la figura y del edificio de la Catedral, sino incluso para todos los que pasen y no entran en ella», señaló el Arzobispo de Madrid.

En sus palabras finales el Cardenal Rouco Varela recordó que «el Rosario aquí se reza mucho delante de la Virgen de la Almudena. El rezo del Rosario es un rezo que permite elevar el corazón a la Virgen, dirigirle a ella la plegaria, constantemente va acompañado de la meditación y la recordación de los los misterios de la vida de su Hijo. Así que creo que sería un buen propósito no olvidar el rezo en familia del Santo Rosario. Que no se pierda esa devoción y que se recupere en las familias. Este acto nos prepara para la gran fiesta, la gran solemnidad de la Virgen de la Almudena, que será, como todos los años, el día 9 de noviembre con la Eucaristía en la Plaza Mayor y luego la procesión».

Gaudium Press / José Antonio Rugeles

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