martes, 15 de octubre de 2024
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Abuelos, los primeros transmisores de la Fe, afirma el Papa

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 20-11-2013, Gaudium Press) En la Santa Misa celebrada este martes 19, en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco afirmó a los fieles presentes que, «un pueblo que no respeta a los abuelos es un pueblo sin memoria y consecuentemente, sin futuro».

Comentando el episodio bíblico de Eleazar, cuando un anciano optó por el martirio en coherencia con su Fe en Dios para dar un testimonio de rectitud a los jóvenes, el Santo Padre dijo que, delante de la elección entre la apostasía y la fidelidad, él no tuvo dudas y pensó que su gesto de coraje podría ser un ejemplo para la juventud.

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Según el Pontífice, «vivimos en una época en que los ancianos no cuentan. Es triste admitir, pero nosotros los ‘descartamos’ porque incomodan».

Para él, los ancianos nos traen la historia, nos transmiten la doctrina y nos muestran el valor de la Fe y la dejan como herencia, así como un buen vino envejecido, que «tiene una fuerza interior que nos propicia una noble herencia».

Cuando era pequeño, contó el Papa, oyó la historia de una familia, que tenía un abuelo. Durante las comidas, cuando el anciano tomaba sopa, acababa siempre ensuciándose. El hecho incomodaba al padre, que resolvió comprar una mesita para que él hiciese sus comidas solito.

Un día, al volver a la casa de noche, continuó el Santo Padre, este mismo padre encontró a su hijo construyendo una mesita de madera. El niño entonces le explicó que ella serviría para él, cuando envejeciese así como el abuelo.

«Los abuelos son un tesoro. La memoria de nuestros antepasados nos lleva a la imitación de la Fe. La vejez a veces es fea por causa de las enfermedades y de todo el resto, pero la sabiduría de nuestros abuelos es la herencia que recibimos. Un pueblo que no resguarda y no respeta a los abuelos no tiene futuro porque pierde la memoria», resaltó.

En fin, el Papa Francisco recomendó que «recemos por nuestros abuelos y abuelas que muchas veces tuvieron un papel heroico en la transmisión de la Fe en tiempos de persecución».

«El cuarto mandamiento es el único que promete algo en cambio: es el mandamiento de la piedad. Pidamos hoy a los viejos Santos Simón, Ana, Policarpo y Eleazar la gracia de proteger, escuchar y venerar a nuestros antepasados, nuestros abuelos», concluyó. (LMI)

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