Presentan en Chile obra "Devociones andinas. Hacia una mariología en Los Andes"

Santiago (Viernes, 02-05-2014, Gaudium Press) El pasado martes 22 de abril, el presbítero Carlos González Riffo presentó en el Centro Cultural de Las Condes, su nueva obra titulada «Devociones andinas. Hacia una mariología en Los Andes», en la que expone los cultos a la Virgen en Sudamérica, especialmente en el norte de Chile.

El libro da a conocer los diversos cultos a la Madre de Dios en América del Sur y dedica una particular atención a las tradiciones marianas de Atacama, región del norte de Chile en que el padre González ha estado desempeñando labores eclesiásticas, educativas y culturales desde el año 2005.

«El culto mariano ha generado una identidad de antigua raigambre en los países andinos, manifestándose en miles de celebraciones, desde Venezuela hasta Chile», afirmó en la ocasión, destacando además que la figura de María «es un foco de unidad y de espiritualidad en América».

«La presencia de María sigue muy viva. Son fiestas anuales, esperadas por la comunidad. Cada uno tiene su rol: los alféreces, los anderos, los rezadores, los encargados de las imágenes y los que ofrecen la comida y bebida. Famosos son, en Arica, el culto a la Virgen de la Peñas; en Iquique, a la Virgen de la Tirana; en Calama, a la Virgen de Ayquina; y, en la IV Región de Chile, a la Virgen del Rosario de Andacollo; además de otros más locales», dijo.

Sobre las diferencias entre los cultos marianos en los pueblos andinos, el sacerdote señaló que éstas sólo se dan «en las formas de expresión, influidas por la tradición de cada lugar. Por ejemplo, en Lima, la fiesta de la Virgen de la Merced es un acontecimiento nacional. Su fiesta, aún barroca, desde el anda de plata donde es llevada, hasta la decoración de las calles y su marcha hacia el corazón de la Ciudad de Los Reyes, es sencillamente espectacular».

Por otra parte, «en el poblado de Chonchi Viejo, en el Loa (norte de Chile), la Virgen del Carmen recibe un culto local-familiar, en julio, donde los asistente deben soportar el frío y la aridez del lugar, mas no por eso dejan de venerar y celebrar; sin fastuosidad, sin homenajes civiles, sin la abundancia barroca, pero con el mismo amor».