Passo Fundo (Miércoles, 02-07-2014, Gaudium Press) Mons. Urbano Allgayer, Obispo Emérito de la Arquidiócesis de Passo Fundo, en el Estado de Río Grande del Sur, reflexionó en su más reciente artículo sobre el tema «Adultos y niños fallecidos sin el Bautismo». El Prelado destaca que, en 2005, una Comisión Teológica Internacional re-estudió el tema, a partir de la afirmación bíblica de que Dios quiere la salvación de todos, una vez que Cristo murió por todos los seres humanos.
De acuerdo con el Obispo, la reflexión teológica, además del Bautismo del «renacimiento por el agua y el Espíritu», enseña que el Bautismo de la sangre y el Bautismo del deseo también redimen. Él afirma que la mayoría de las personas mueren sin el Bautismo, una vez que los cristianos constituyen hoy solamente la tercera parte de la especie humana.
«Entre no-cristianos hay personas y grupos que viven correctamente, rezan, practican el bien, aunque desconociendo, sin culpa propia, el Evangelio de Cristo y su Iglesia», evalúa.
Mons. Allgayer cita el Catecismo de la Iglesia Católica, que enseña: «Todo hombre que, desconociendo el Evangelio y la Iglesia, busca la verdad y practica la voluntad de Dios según su conocimiento de Dios, puede ser salvado. Puede suponerse que tales personas habrían deseado explícitamente el Bautismo, si hubiesen tenido el conocimiento de su necesidad» (CIC 1261).
Por último, el Prelado levanta el siguiente cuestionamiento: ¿Cuál será el destino de los niños muertos sin Bautismo? Según él, en la catequesis antigua se presumía que irían para el limbo, un lugar donde gozarían de una especie de paraíso aplacible, donde usufructuarían de todas las alegrías naturales, pero sin la visión de Dios, el supremo beneficio de la bienaventuranza eterna de las personas bautizadas fallecidas en estado de gracia santificante, libres de pecado mortal.
Él resalta que, con relación al Bautismo, el Catecismo de la Iglesia observa: «Cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia solo puede confiarlas a la misericordia de Dios, como lo hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que quiere la salvación de todos los hombres, y la ternura de Jesús para con los niños, que lo llevaron a decir ‘Dejad que los niños vengan a mí, no los impidáis’, nos permiten esperar que haya un camino de salvación para los niños muertos sin Bautismo. Es por eso que es tan importante el apelo de la Iglesia de no impedir a los niños de venir a Cristo por el don del santo Bautismo» (CIC nº 1261). (FB)
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