jueves, 28 de marzo de 2024
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Visiones del Padre Reus sobre la Santa Misa

Redacción (Jueves, 08-10-2015, Gaudium Press) Un breve relato de algunas visiones del padre João Baptista Reus, con relación a la maravillosa realidad sobrenatural de la Santa Misa. Fallecido en olor de santidad, tuvo este sacerdote jesuíta teuto-brasileño, la gracia de ver lo que sucede de sobrenatural durante la Santa Misa, la cual, por razón, acostumbraba llamar de «LA FIESTA EN EL CIELO».

Al tiempo en que el demonio busca esconderla, vamos adorar más y más a Jesús, en reparación a tantas blasfemias que contra la Eucaristía se cometen. Es lo que era dado ver al Padre Reus:

Nuestra Señora invita a todo el Paraíso a participar de la Santa Misa. Todos los ángeles y santos la siguen en maravilloso cortejo hasta el altar. Los santos forman un semi-círculo alrededor del sacerdote celebrante y lo acompañan hasta el altar. Allá llegando, los ángeles se colocan atrás de los santos.

Otra multitud de ángeles cerca la iglesia y cubre los fieles, impidiendo la aproximación de los demonios durante la Santa Misa, en honra a la Majestad de Nuestro Señor Jesucristo.

La Virgen Santísima está siempre junto al celebrante, del lado del altar donde es servido el agua y el vino, y donde son lavadas las manos del sacerdote. Es la propia Madre de Jesús quien sirve al celebrante y lava sus manos. Entre Nuestra Señora y el celebrante, es invitado el Santo del día.

Todas las almas del Purgatorio también son invitadas por la Virgen María y permanecen durante toda la Santa Misa a los pies del altar, entre el celebrante y los fieles. Cuenta el Padre Reus que él veía las almas del Purgatorio en verdadera fiesta y con gran esperanza de liberación. El Padre Reus veía una lluvia cayendo sobre el Purgatorio durante toda la Santa Misa.

En el momento sublime de la Consagración, cuando estas almas ven a Nuestro Señor Jesucristo en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, sienten un deseo incontrolable de salir de aquellas llamas y tirarse en sus brazos, pero no consiguen, por no estar aún purificadas.

Después de la Consagración, sucede la liberación del Purgatorio, de las almas que ya alcanzaron la purificación. Nuestra Señora extiende la mano a cada una de ellas y dice: «Mi hija, puedes subir «.

Los ángeles saludan a las almas liberadas del Purgatorio, abrazándolas. Es un momento de inmensa alegría y belleza. En seguida, estas almas, resplandeciendo con la belleza indescriptible, adornadas como novias, como ángeles, son introducidas triunfalmente en el Paraíso, por una multitud de ángeles, al son de música y cantos celestiales.

 

 

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