Ciudad de México (Martes, 12-01-2016, Gaudium Press) «El bautismo de Jesús, es un bautismo nuevo», así se refirió el Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México a la Solemnidad del Bautismo del Señor que la Iglesia católica celebró el pasado domingo 10 de enero, ceremonia que dio fin al tiempo de Navidad que comenzó el pasado 24 de diciembre.
Durante la celebración Eucarística que presidió en la Catedral Primada de México, el purpurado se refirió a la «maravillosa realidad del bautismo», cuando de servidores pasamos a ser hijos de Dios.
el Arzobispo de México señaló que Sacramento del Bautismo no es una ceremonia del pasado, sino una realidad que es dinámica y permite el propio crecimiento / Foto: SIAME. |
«‘Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco’. Son las mismas palabras de complacencia que recibió Isaías, pero en lugar de ‘siervo’, a Jesús se le llama ‘Hijo’. Este es el paso grandioso del antiguo al nuevo testamento: de siervos de Dios, por ser criaturas suyas, pasamos a ser hijos de Dios por la gracia del bautismo. Lo que en el bautismo de Jesús fue mera manifestación de su filiación divina, por ser Hijo de Dios desde la eternidad, en nosotros comienza a serlo por el bautismo», expresó el Cardenal.
Continuando, el Arzobispo de México señaló que Sacramento del Bautismo no es una ceremonia del pasado, sino una realidad que es dinámica y permite el propio crecimiento: «El bautismo nos dio el poder de llegar a ser hijos de Dios, por lo tanto es un don que nos pide cooperación, corresponsabilidad y esfuerzo continuo para que en nosotros se dé la aceptación, el crecimiento y la maduración del don recibido».
Sobre el signo de la Paloma y el cielo que se abre, que se presentan en el Evangelio que narra el Bautismo de Jesucristo, el purpurado explicó: «De los cielos rasgados, símbolo de un comienzo nuevo en la historia de la salvación, el Espíritu descendió sobre Jesús como una paloma, como la paloma del diluvio que dio testimonio de que había una nueva creación y nueva vida, de que había esperanza de una nueva humanidad. El Espíritu Santo viene a realizar una nueva creación, el Espíritu de Jesús nos hace creaturas nuevas, nos da nueva vida, nos da la esperanza y la capacidad de transformar la humanidad».
Finalmente, el Cardenal Rivera señaló que el Bautismo no sólo nos hace Hijos de Dios, sino que también llama a la misión: «El bautismo de Jesús no fue sólo para manifestarnos su condición de hijo preferido del Padre, sino también su misión mesiánica de salvador de los hombres en su doble vertiente, material y espiritual. El bautismo que nosotros recibimos nos lanza a la misma misión de Jesús tal y como fue profetizado por Isaías: ‘Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice nuestro Dios’. ‘Preparen el camino del Señor en el desierto, construyan en el páramo una calzada para nuestro Dios’. ‘Sube a lo alto del monte, mensajero de nuevas buenas para Sión, anuncia a los ciudadanos: aquí está su Dios. Aquí llega el Señor’. ‘Yo te he hecho luz de las naciones para que abras los ojos de los ciegos’.
Con información de SIAME.
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