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Ciudad del Vaticano (Viernes, 18-03-2016, Gaudium Press) El Papa Francisco se encontró con miembros del Camino Neocatecumenal esta mañana en el Aula vaticana Pablo VI. Y a ellos habló de «unidad», «gloria» y «mundo».
El Pontífice recordó que el Señor oró al Padre para que los suyos fuese «perfectos en la unidad» (Jn 17, 23), es decir estableciesen una comunión profunda en la Iglesia. «La comunión es esencial. El enemigo de Dios y del hombre, el diablo, no puede nada contra el Evangelio, contra la humilde fuerza de la oración y de los sacramentos. Provoca la presunción, el juicio sobre los demás, la cerrazón, la división. Él mismo es ‘el divisor’ y comienza habitualmente con hacer creer que somos buenos, mejor que los demás: así tiene el terreno listo para sembrar la cizaña», expresó el Papa. Es esa la tentación «de todas las comunidades». El Papa indicó la vía maestra de «la unidad humilde y obediente».
Sobre la gloria, el Pontífice habló de la gloria «nueva» que vino a traer Jesús, una gloria que «se revela en la cruz: es el amor, que ahí resplandece y se difunde. Es una gloria paradójica: sin aclamaciones, sin ganancia y sin aplausos. Pero sólo esta gloria hace el Evangelio fecundo. Así también la Madre Iglesia es fecunda cuando imita el amor misericordioso de Dios, que se propone y jamás se impone. Ese es humildad, actúa como la lluvia en la tierra, como el aire que se respira, como una pequeña semilla que lleva un fruto en el silencio. Quien anuncia el amor no puede dejar de hacerlo con el mismo estilo de amor».
Acerca de la palabra «mundo», el Papa dijo que «Dios ha amado tanto al mundo» que envió a Jesucristo, para realizar un encuentro amoroso. Varios de los asistentes a la audiencia con el Papa parten en misión a lugares lejanos. Dirigiéndose especialmente a ellos, el Pontífice indicó que «no será fácil la vida en países lejanos, en otras culturas, no les será fácil, ¡eh! Pero es su misión. Y esto lo hacen por amor, por amor a la Madre Iglesia, a la unidad de esta madre fecunda; lo hacen para que la Iglesias sea madre fecunda. Muestren a los hijos la mirada tierna del Padre y consideren un don las realidades que encontraran; familiaricen con las culturas, las lenguas y los usos locales, respetándolas y reconociendo las semillas de gracia que el Espíritu ha ya sembrado». El Papa Francisco les agradeció por «ese gesto de ir, pero hacia lo desconocido y sufrir», pero también les auguró la alegría de la gloria de Dios.
Con información de Radio Vaticano
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