jueves, 28 de marzo de 2024
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En el Ángelus, el Papa habla de la humildad y la acogida

Ciudad del Vaticano (Lunes, 29-08-2016, Gaudium Press) Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para escuchar su meditación previa al Ángelus del último domingo del mes, el Papa Francisco comentó el Evangelio del día, que enuncia «dos breves parábolas con las cuales ofrece dos indicaciones: una se refiere al lugar, la otra se refiere a la recompensa».

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«La primera semejanza está ambientada en un banquete nupcial. Jesús dice: «Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: ‘Déjale el sitio’ (…). Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio» (Lc 14, 8-9)», expresa el Pontífice. Es la anterior «una lección sobre el valor de la humildad».

«Cuando nos ponemos ante Dios en esta dimensión de humildad, entonces Dios nos exalta, se inclina hacia nosotros para elevarnos hacia sí; ‘Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado’ (v. 11)», ratificó el Papa. «¡Dios paga mucho más que los hombres! ¡Él nos da un lugar mucho más bello que el que nos dan los hombres! El lugar que nos da Dios está cercano a su corazón y su recompensa es la vida eterna. «¡Feliz de ti – dice Jesús – ! (…). Tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos» (v. 14)».

En la segunda parábola, «Jesús indica la actitud de desinterés que debe caracterizar la hospitalidad, y dice: «Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte!» (vv. 13-14). Se trata de elegir la gratuidad en lugar del cálculo oportunista que trata de obtener una recompensa, que busca el interés y que busca enriquecerse más».

El Papa concluyó su meditación pidiendo a la Virgen Madre, «que nos conduzca cada día por el camino de la humildad – Ella ha sido humilde toda su vida – y que nos haga capaces de gestos gratuitos de acogida y de solidaridad hacia los marginados, para llegar a ser dignos de la recompensa divina».

Con información de Radio Vaticano

 

 

 

 

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