sábado, 20 de abril de 2024
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"San Wenceslao nos invita a ser santos y fieles a Cristo", dice Benedicto XVI en la fiesta nacional checa

Praga (Martes, 29-09-2009, Gaudium Press) «No es suficiente parecer buenos y honestos; es necesario serlo de hecho», proclamó Benedicto XVI en su visita a Stará Boleslav, santuario nacional checo de San Wenceslao. La nación checa celebró ayer, en el día de San Wenceslao mártir, la fiesta nacional por el día del santo.

El Santo Padre comenzó el día en Stará Boleslav con una breve visita a la iglesia de San Wenceslao, donde estuvo un instante en adoración al Santísimo en la cripta cercana al Mausoleo de la Nación Checa, donde está expuesta la reliquia con la cabeza del santo.
Uno de los objetivos del viaje del Papa es confirmar a los checos en la fe, y por este motivo la fecha de la visita fue escogida para coincidir con el día de la fiesta del patrono del país. El Santo Padre, además, dedicó toda su homilía a la figura del Santo y al tema de la actualidad y necesidad de la santidad.

San Wenceslao «constituye el emblema histórico de la noble Nación Checa». Él es el «heredero» y «eterno» Príncipe de los Checos, y «nos invita a seguir siempre y fielmente Cristo, nos invita a ser santos». También para las generaciones modernas él es un ejemplo de santidad. El testimonio de su fe nos muestra «el coraje de anteponer el reino de los cielos a la fascinación del poder terrenal».

Aunque haya sido un príncipe, fue muy sensible a los pobres, las viudas, amaba a todos los hombres. Es un ejemplar testimonio de las virtudes evangélicas.

El patrono de la nación checa fue el primer mártir del país. «Es interesante notar que su hermano Boleslao consiguió, matándolo, tomar posesión del trono de Praga, pero la corona que enseguida fue colocada en la cabeza de sus seguidores no traía su nombre. Llevaba, al contrario, el nombre de Wenceslao, el testimonio de que «el trono del rey que juzga a los pobres en la verdad permanecerá sólido en la eternidad» (cfr. o actual «Oficio de las Lecturas»).

Benedicto XVI concuerda que el camino de santidad no es «fácil». «Quién negó y continúa negando a Dios y, consecuentemente, no respeta al hombre, parece tener vida fácil y conseguir un éxito material, pero basta ir un poco más allá de la superficie para constatar que, en esas personas, hay tristeza e insatisfacción».

Las personas necesitan ser «creyentes» y «creíbles», esto es, vivir coherentemente con fidelidad y coraje «los principios de fe que profesan». «Santidad es difundir en todos los ámbitos de la sociedad aquellos principios e ideales cristianos en los cuales se inspiran sus acciones.»

Porque «el valor auténtico de la existencia humana no es proporcional solo a los bienes terrenales e intereses pasajeros». Las realidades materiales no consiguen «apagar la sed profunda de sentido de felicidad que hay en el corazón de cada persona.»

Esto parece «difícil de aceptar y colocar en práctica, pero el testimonio de los Santos y Santas asegura que es posible para todos, si confiamos y nos entregamos a Cristo. Su ejemplo estimula a quien se dice cristiano a ser creíble.»

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