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Papa recuerda que quien encuentra a Jesús se llena de la alegría del Evangelio

Ciudad del Vaticano (Lunes, 31-07-2017, Gaudium Press) Al comentar las lecturas del día, en el Ángelus dominical, el Papa destaca tres aspectos que se desprenden de las parábolas del Señor, la búsqueda, el sacrificio y la alegría. Miremos.

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El Pontífice comentó específicamente las dos primeras parábolas, la del tesoro escondido y la de la perla preciosa. Reproducimos aquí el texto sagrado (Mt 13, 44-46) que las contiene: «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró».

«En el primer caso se trata de un campesino que casualmente se topa con un tesoro escondido en el campo donde está trabajando. No siendo el campo de su propiedad, debe comprarlo si quiere poseer del tesoro: entonces decide arriesgar todos sus haberes para no perder aquella ocasión de veras excepcional. En el segundo caso encontramos un mercader de perlas preciosas; él, como experto conocedor, ha descubierto una perla de gran valor. También él decide apuntar todo en aquella perla, al punto de vender todas las otras», explicó Francisco.

Para el Papa es preciso dos condiciones para la consecución del Reino de Dios, la búsqueda y el sacrificio.

«La actitud de la búsqueda es la condición esencial para encontrar; es necesario que el corazón arda del deseo de alcanzar el bien precioso, es decir, el Reino de Dios que se hace presente en la persona de Jesús. Es Él el tesoro escondido, es Él la perla de gran valor. Él es el descubrimiento fundamental, que puede dar un viraje decisivo a nuestra vida, llenándola de significado», dice el Papa.

Después el sacrificio, que no se le ahorra a nadie. Se encuentra un gran tesoro, y «tanto el campesino come el mercader se dan cuenta que tienen delante una ocasión única que no debe dejarse escapar, por lo tanto, venden todo aquello que poseen. La valuación del valor inestimable del tesoro, lleva a una decisión que implica también sacrificio, separaciones y renuncias». Es preciso el sacrificio, «sacrificarle cualquier otra cosa». «No se trata de despreciar el resto sino de subordinarlo a Jesús, poniéndolo a Él en el primer lugar. La gracia en primer lugar. El discípulo de Cristo no es uno que se ha privado de algo esencial, es uno que ha encontrado mucho más: ha encontrado la alegría plena que sólo el Señor puede donar. Es la alegría evangélica de los enfermos curados, de los pecadores perdonados, del ladrón a quien se le abre la puerta del paraíso».

Concluye el Papa su meditación recordando que quien encuentra a Jesús se llena de la alegría del Evangelio, y pide a la Virgen que podamos dar testimonio de la alegría de ese hallazgo.

Con información de Radio Vaticana

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