Redacción (Viernes, 11-08-2017, Gaudium Press) No son monjas, no pertenecen a ninguna comunidad religiosa y tampoco viven en conventos, ni utilizan hábito, pero sí son laicas que juran castidad y hacen una consagración especial a Dios sirviendo a la Iglesia Católica sin dejar de lado su profesión, o la vida ordinaria.
Ellas son las vírgenes consagradas, un fenómeno muy antiguo dentro de la Iglesia, que poco a poco ha ido tomando nueva fuerza y viene en aumento, de manera paulatina, en algunos países como España, donde actualmente hay cerca de cien mujeres pertenecientes al «Ordo Virginum», todas de diferentes edades.
Esta es una vocación muy peculiar, ya que la «Orden de las Vírgenes» no es propiamente una «orden» religiosa como se suele conocer, sino más bien un estado de vida, una vocación particular dentro de la Iglesia.
Según refiere el Código de Derecho Canónico en el número 604, al «Ordo Virginum» pertenecen aquellas mujeres que, con el firme propósito de seguir más de cerca a Cristo, «son consagradas a Dios por el Obispo diocesano según el rito litúrgico aprobado, celebran desposorios místicos con Jesucristo, Hijo de Dios, y se entregan al servicio de la Iglesia».
Las vírgenes consagradas son consagradas a Dios por el Obispo diocesano según el rito litúrgico aprobado, celebran desposorios místicos con Jesucristo, Hijo de Dios, y se entregan al servicio de la Iglesia. / Foto: Archidiócesis de Valencia. |
Las mujeres que consagran su virginidad a Dios no viven en comunidad, pero sí pueden asociarse, «para cumplir su propósito con mayor fidelidad y para realizar, mediante la ayuda mutua, el servicio a la Iglesia congruente con su propio estado», como se expone también en el Código de Derecho Canónico.
Las vírgenes consagradas, así como las viudas consagradas – «Ordo Viduarum»– tienen sus orígenes desde los tiempo apostólicos cuando eran llamadas por el Señor para consagrarse eternamente a Él, como sigue sucediendo en la actualidad, a través el rito solemne «Consecratio virginum». Por medio de este rito «la virgen es constituida en persona consagrada como signo trascendente del amor de la Iglesia hacia Cristo, imagen escatológica de esta Esposa del Cielo y de la vida futura», como señala el Catecismo de la Iglesia Católica en su número 923.
El Catecismo también expone que el orden de las vírgenes, «sitúa a la mujer que vive en el mundo en el ejercicio de la oración, de la penitencia, del servicio a los hermanos y del trabajo apostólico, según el estado y los carismas respectivos ofrecidos a cada una».
El testimonio de Inmaculada
Hace poco salió a la luz en los medios de comunicación, el testimonio de Inmaculada, española de 44 años, profesora y virgen consagrada desde que tenía 38.
Para ella, su vocación a la castidad «no es ninguna renuncia (…) es todo lo contrario», ya que «es una forma de servir a los demás, es un modo de representar el amor esponsal de Cristo con la humanidad».
Inmaculada muy pronto descubrió que Dios la quería con una vocación particular, «pero la forma de vivirlo era de esposo a esposa». Por eso cuando supo que éste era el llamado especial que le hacia Dios, de inmediato se lo comunicó a Mons. Enrique Benavent Vidal, Obispo de Tolsa, quien le presentó el «Ordo Virginum».
De la redacción de Gaudium Press, con información de Religión en Libertad y larazon.es.
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