Tokio – Japón (Lunes, 02-10-2017, Gaudium Press) En su visita a Japón, el Cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos conversó con los seminaristas que estudian en Tokio, manifestando que el Papa Francisco se ha preocupado con la carencia de vocaciones sacerdotales en el país.
«Mientras sus sacerdotes, que hasta hoy dan su vida por la Iglesia, envejecen, no se ve una retomada vocacional adecuada. Me gustaría que también ustedes alumnos tuviesen consciencia que el futuro de la Iglesia depende también de la generosa donación de ustedes a Dios», alertó el purpurado.
En ese sentido, el Cardenal reconoció que una ciudad moderna y llena de oportunidades como Tokio puede colocar a los seminaristas en una «situación de contraposición entre los valores del Evangelio y los valores del mundo», y los invitó a concentrar la reflexión sobre tres «señales proféticas» que acompañan la vida sacerdotal como donación de sí y del seguimiento de Cristo: la pobreza voluntaria, el celibato del corazón y del cuerpo y la obediencia.
Tratando del espíritu de la pobreza cristiana, el prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos recordó que todos los bienes, tanto materiales como espirituales o morales, «son como el agua del mar y nosotros somos como un barco. Viviendo en el mundo, no podemos separarnos de ellos completamente, pero si nos sumergimos totalmente en la posesión de estos, nuestra vida se ahoga, naufraga».
Ya al abordar el celibato, el purpurado resaltó que este «tiene un significado fundamentalmente escatológico» y Jesús lo indica como estado de vida escogido por amor y por el reino de Dios: «Con el llamado a la vida consagrada a Cristo en el celibato», explicó, «ustedes son llamados a vivir en la cultura de lo provisorio, pero como testigos del amor auténtico, que jamás es provisorio».
«Aunque la mayor parte de los miembros de la sociedad presuma que el amor eterno es imposible, todos, en verdad, tienen sed de un amor incondicional y duradero. Ustedes, con su vida auténtica, muestran en la sociedad japonesa que el verdadero amor, en Cristo, es siempre perpetuo, fiel y generoso», concluyó. (EPC)
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